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Los vetos envenenan el día después

Los vetos envenenan el día después

Iceta se convierte en el primer candidato a la investidura si nadie consigue completar el puzle de mayoría, mientras Junqueras y Puigdemont se atribuyen la legitimidad para ser presidente de la Generalitat

ramón gorriarán / cristian reino

Barcelona

Miércoles, 20 de diciembre 2017, 06:56

La campaña electoral catalana bajó la persiana ayer a medianoche con la lógica incertidumbre sobre quién va ganar y, la más acuciante, quién va a gobernar. La primera incógnita se despejará mañana, la segunda tardará más si es que se llega a resolver porque los vetos anunciados en estas dos semanas previas presagian un paisaje envenenado tras la batalla electoral que puede despertar el fantasma de la repetición de las votaciones.

Las fuerzas independentistas creen tener al alcance de la mano reeditar la mayoría absoluta de la pasada legislatura aunque las encuestas no avalan esa confianza. Los constitucionalistas, con menos fe, también se aferran a la esperanza de conseguirla. Pero el escenario más probable es que ni unos ni otros lleguen a sumar los 68 escaños y que Catalunya en Comú Podem, con su discurso entre dos aguas, tenga la llave para gobernar.

Pero no va a ser fácil la investidura del próximo presidente de la Generalitat. Es cierto que en campaña hay barra libre para los vetos, es parte de la dialéctica electoral; pero el día después suele ser otra cosa, el baño de realidad se impone y las líneas rojas se borran. De entrada, sin embargo, sumar mayorías se antoja una tarea hercúlea.

El resultado electoral no cambiará la opinión de la UE

La Comisión Europea no prevé comentar el resultado de las elecciones catalanas porque su posición sobre Cataluña es «bien conocida», y ya «ha sido comunicada en muchas ocasiones y a todos los niveles, no es necesario repetirla», zanjó Margaritis Schinas, portavoz del presidente comunitario, Jean Claude Juncker. Preguntado si habrá una valoración cuando se conozcan los resultados, Schinas respondió con un «no lo creo». «Son -resumió- elecciones para elegir un Gobierno regional y la Comisión Europea siempre trabajará con todos los gobiernos regionales y nacionales».

Ni siquiera las alianzas que parecen evidentes están claras. El entendimiento entre Ciudadanos, PSC y PP, que muchos daban por cantado si sus apoyos suman para la mayoría, no se puede dar por hecho. «No creo en una investidura con el PP, Ciudadanos y PSC, no solo porque los números no dan, sino porque no responde a la transversalidad del país», avisó ayer el socialista Miquel Iceta. El líder del PSC solo ve dos escenarios: un presidente independentista o Iceta presidente. Para que no queden dudas, anunció que será candidato a la investidura si nadie tiene la mayoría aunque los socialistas sean la cuarta fuerza que prevén los sondeos. Quiere jugar su baza de ser el aspirante que suscita menor rechazo en otras fuerzas.

Hasta el PP, condenado a ser el farolillo rojo del constitucionalismo, tiene reparos para la mayoría antisoberanista. Prefiere, si los números dieran, tragarse el sapo de apoyar la investidura de Iceta que encumbrar a ‘la princesa’ Inés Arrimadas. Las repercusiones nacionales que tendría ese reconocimiento podrían ser un avispero para Mariano Rajoy y el PP.

La candidata naranja, sin embargo, no tira la toalla y está convencida de que si se presenta la oportunidad de descabalgar al soberanismo ese objetivo prevalecerá sobre las miserias de los partidos. Ciudadanos, incluso, ha dado un paso hasta ahora impensable en procura de ese fin, pedir la colaboración de Catalunya en Comú Podem en una hipotética investidura. Un auxilio que para los comunes es un oxímoron.

Tampoco reina la armonía en el mundo independentista. La alianza secesionista permitió gobernar a Carles Puigdemont la pasada legislatura, pero la suma de Esquerra, Junts per Catalunya y la CUP no se puede dar por descontada a estas alturas. A las reticencias históricas de los antisistema a ser compañeros de viaje de los herederos de Convergència, aunque su líder sea un soberanista genuino como Puigdemont, se ha sumado el conflicto de legitimidades que dirimen el republicano y el expresident. Si el líder de Esquerra lanzó una andanada el lunes a su exsocio huido a Bruselas -«no me escondo nunca de lo que hago, soy consecuente»- el candidato de Junts per Catalunya respondió ayer con un calibre equivalente: «Estoy en Bélgica porque no nos escondemos, porque somos consecuentes con el deseo de los catalanes».

Junqueras quiere gobernar si Esquerra y el independentismo ganan mañana. Puigdemont se considera el presidente legítimo y, si vencen los soberanistas, solo se plantea ser restituido en su puesto con independencia del apoyo a su candidatura. Todo lo demás, dice, sería traición y legitimar la aplicación del 155. El exvicepresidente apela a la legitimidad de las urnas, el expresidente, a la de la historia.

Si en lo que parecen los acuerdos probables hay dificultades para que lleguen a buen puerto, en el resto de variantes la complejidad es extrema porque la transversalidad en Cataluña cotiza a la baja. Catalunya en Comú Podem, la mejor colocada para ser la depositaria de la llave, coquetea con la idea de un acuerdo «progresista» con Esquerra y PSC. Su candidato, Xavier Domènech, tentó ayer a Iceta y le tendió la mano para «hacer un gobierno transversal, que no se hace con (el popular Xavier García) Albiol ni con Arrimadas». Los comunes saben que en el PSC horripila el acuerdo con el PP y tampoco gusta su «media naranja».

Esta entente de fuerzas de izquierda, pese a la presencia del PSC, «cómplice del 155», también es vista con buenos ojos en Esquerra, que pujaría por incorporar a la CUP. Pero los socialistas la condicionan a la renuncia de los de Junqueras a la vía independentista, y, claro, Esquerra no prevé ese volantazo.

Esta extrema dificultad para pergeñar acuerdos postelectorales ha puesto de manifiesto que la fractura que pretendía suturar las elecciones, lejos de coserse se ha ahondado; y lo que es peor, ha alumbrado grietas donde no las había.

La gestión del día después de las elecciones, a tenor de lo visto y oído en la campaña, se asemeja a un puzle con pieza redondas y cuadradas de imposible encaje. Pero ya se sabe que la política es el arte de lo posible, y que lo dicho en vísperas electorales se lo lleva el viento.

Junts per Catalunya

Puigdemont pide el «voto útil de país» para vencer a Rajoy

Carles Puigdemont cerró ayer la campaña de Junts per Catalunya apelando al «voto útil de país» para «no regalar la soberanía» de Cataluña a Mariano Rajoy y «proteger» la institución de la presidencia de la Generalitat.

Simpatizantes de Junts per Catalunya siguieron por videoconferencia a Puigdemont. AFO

Puigdemont, que pronunció un discurso por videoconferencia desde Bruselas, pidió el voto de todos los independentistas, de los catalanistas y de los que creen en la democracia. «No va de colores ni de personas, va de dignidad», aseguró. A su juicio, la razón de ser de estas elecciones, que calificó como las «más decisivas», es la restitución del anterior gobierno catalán, cesado por el 155. «La presidencia de Cataluña no se decapita ni se cambia a conveniencia», afirmó.

Y para el exjefe del Ejecutivo, todo lo que no sea volver a ocupar su anterior puesto supondrá una victoria de Rajoy. «O gana el país o Rajoy», dijo. Puigdemont se comprometió a que si gana y es investido, «entrará al Palau de la Generalitat con todo el Govern cesado y decapitado».

Junts per Catalunya, que afirmó haber celebrado el mayor mitin de la historia de Cataluña -además del de Barcelona había cien simultáneos- cerró la campaña reforzando los mensajes que ha trasladado durante toda la carrera electoral, en la que ha apostado por el personalismo y Puigdemont ha prescindido de su partido. Sobre todo el de que estas elecciones deben servir para restituir al «legítimo» presidente de la Generalitat.

PSC

«Que no haya diferencia política que dificulte un saludo»

Miquel Iceta comenzó el último día de campaña lanzando un mensaje en el foro Primera Plana de El Periódico de Cataluña: «La derecha no puede derrotar al independentismo». Y lo terminó en Cornellà de Llobregat, donde fue concejal en los primeros años de su carrera política, tratando de redondearlo: «Esta lista, que cierra Carlos Jiménez Villarejo, representa la reconciliación».

Iceta, ayer durante su intervención en el mitin final del PSC en Cornellá de Llobregat. EFE

El líder del PSC fía su éxito electoral a su capacidad de transmitir que sólo él puede acabar con la fractura social de Cataluña, que sólo él puede «borrar las fronteras internas que se han levantado entre familias y entre amigos» -como dijo en el acto final del partido el exministro Josep Borrell-, porque la derecha, donde sitúa tanto al PP como a Ciudadanos, sólo busca «revancha», dijo, y porque En Comú Podem ya demostró, al romper el pacto de gobierno en Barcelona, que entre una agenda social de izquierdas y el independentismo, elige al independentismo.

Iceta apeló a los catalanistas no independentistas y a los progresistas para que apoyen un proyecto que, según prometió, «hará posible un cambio de rumbo». «Queremos recuperar el respeto a todas las ideas, que jamás se divida a nuestro pueblo -dijo-; que no haya diferencia política que dificulte un saludo, una sonrisa, un selfie. Y recuperemos la economía; nunca pondremos el bienestar de la gente al servicio de una bandera»

Ciudadanos

Arrimadas pide el voto masivo para enterrar el procés

Ciudadanos afronta el 21-D como la cita más importante de su historia. «Tenemos ante nosotros solo dos opciones. O alargar el proceso independentista o iniciar una nueva etapa para Cataluña», remarcó ayer Inés Arrimadas. La candidata de Ciudadanos volvió a llamar al voto útil con el objetivo de aglutinar bajo las siglas naranjas la mayor parte del voto constitucionalista que le abra las puertas de la Generalitat. «Un solo voto puede servir para ganar las urnas. Nadie se puede quedar en casa», apuntó la dirigente liberal, ante las cerca de 2.000 personas que abarrotaban la Plaza Mayor de Nou Barris, antiguo fortín de los socialistas.

Albert Rivera, Inés Arrimadas y Carlos Carrizosa, ayer en la clausura de la campaña de C’s. Reuters

Acompañada por la plana mayor del partido con su presidente Albert Rivera a la cabeza, Arrimadas, que comenzó su discurso con una pequeña cacerolada de fondo, defendió a Ciudadanos como la única fuerza capaz de «ganar a los nacionalistas» y de frenar la hoja de ruta del soberanismo ya que, en su opinión, el PSC no garantiza acabar con el procés.

Rivera trató de arañar también papeletas socialistas recordando que cambiar el voto es «legítimo y a veces necesario» y advirtiendo de que Miquel Iceta puede apostar por un nuevo tripartito. «Elijan si quieren ser partícipes de una victoria histórica o si quieren lamentarse por no haber ido a votar», sentenció el líder de Ciudadanos, que cerró su discurso afirmando que aspiran a conseguir un millón de votos.

Catalunya en Comú

La alternativa entre el bucle soberanista y el 155

Ada Colau, Pablo Iglesias y Xavier Domènech. Como no podía ser de otra forma la coalición formada por los comunes y Podemos subió al escenario a sus tres pesos pesados en el mitin de cierre de campaña. Y lo hizo en un feudo del PSC: Santa Coloma de Gramanet, donde gobierna la socialista Nuria Parlon.

Xavier Domènech estuvo respaldado ayer por Pablo Iglesias y Ada Colau. EFE

Colau y, en menor medida, Doménech, hablaron de recuperar el diálogo, de acabar con la idea de que existen dos bloques y reconstruir los puentes entre esas dos cataluñas, la independentista y la constitucionalista. La llave para conseguir estos objetivos la tiene Domènech, el único capaz de unir a unos y otros, defendieron. Hay solo dos posibilidades, dijo el candidato a la Generalitat. O una victoria de los comunes o el bucle que traería consigo Puigdemont, al que Domènech se refirió en todo momento en detrimento de Esquerra.

Iglesias fue el encargado de repartir a un lado. Primero a los independentistas, con los que aventuró una eterna discusión sobre quién deberá ser presidente. «¿Y después que, darán otro plazo de 18 meses? ¿Van a prometer esta vez el apoyo de Israel?, se preguntó. El líder de Podemos apuntó a renglón seguido. A la derecha que, dijo, quiere aplicar el 155 en España y al PSC por alinearse con PP y Ciudadanos. Iglesias también atacó a Felipe VI. «No es infrecuente que los borbones intervengan en política, pero por lo menos el padre de éste era más discreto», afirmó.

Esquerra

Esquerra pide premiar el sacrificio de Junqueras ante la cárcel

No hay campaña electoral que no busque mover emociones, pero la que ayer concluyó ha sido especialmente intensa y Esquerra tenía la obligación de rematarla con un mensaje potente para el mundo independentista, como diciendo: «Nuestro mártir es más mártir que ningún otro (léase Carles Puigdemont); el verdadero héroe es el nuestro». Un líder entre rejas por la causa. «Por sus ideas», dijo Marta Rovira.

Marta Rovira, la número dos de ERC, atiende a los periodistas frente a la prisión de Estremera AFP

A las 11.30 horas desembarcó con ese propósito en las inmediaciones de la cárcel de Estremera, donde se encuentra Oriol Junqueras, un reducido grupo de dirigentes y representantes de la candidatura secesionista: la número dos del partido, Rovira; Ernest Maragall, consejero de Educación con el PSC y miembro del soberanista MES; Toni Castellá, antiguo militante de Unió expulsado por su independentismo y fundador de Democratas de Cataluña; el cabeza de lista por Tarragona, Óscar Peris; el exconsejero de Asuntos Exteriores Raül Romeva y la presidenta del Parlament, Carmen Forcadell.

Del mismo autobús que los había recogido en el aeropuerto bajaron cargados con cámaras, micrófonos y grabadoras alrededor de treinta periodistas. La imagen se completa con otro nutrido grupo de profesionales de la comunicación desplazados desde Madrid; diez miembros de la organización de extrema derecha Hogar Social, y Antonio.

Antonio, que es de Granada pero vivió quince años en Barcelona, de la que sólo habla maravillas, fue el encargado de ‘amenizar’ el acto hasta que llegaron los ‘ultras’ con sus gritos de «¡No nos engañan, Cataluña es España!» y «¡Catalanidad es hispanidad!». Tampoco está nada de acuerdo con los independentistas pero ni de lejos es tan radical. «Yo no digo que sean delincuentes, aquí están a la espera de juicio, pero no me gusta que hagan estas cosas para denostar a la justicia; en España tienen cauces para cambiar las cosas», explica.

«El mejor»

A las ocho de la mañana, Antonio ya esperaba a la comitiva separatista. Y según llegó, pulsó el ‘play’ -Manolo Escobar, ‘Campana sobre campana’- pero se mantuvo a cierta distancia mientras Rovira y sus acompañantes denunciaban la situación de su líder. «Está en prisión porque saben que es el mejor candidato para liderar la Cataluña del futuro», reivindicó la dirigente independentista. «La mejor respuesta a esta injusticia es votar la candidatura de Esquerra», apuntilló Castellá.

Fue cuando hablaba Romeva, que pasó varios días en la misma cárcel, cuando los neofascistas se acercaron a violentar el acto y la Guardia Civil, viendo que se aproximaban demasiado al enjambre de informadores y políticos, decidió interponerse. La cosa no pasó a mayores. «¡Cómo os defienden las fuerzas de ocupación!», bramó uno. En pocos minutos todo terminó. Y Rovira entró a visitar a Junqueras con su carnet de abogada.

PP

«Arreón» final de Rajoy para tratar de convencer a los indecisos

«Os pido vuestro esfuerzo activo, vuestro proselitismo para convencer». Mariano Rajoy puso el broche a la campaña de Xavier García Albiol en Barcelona con una llamada a no tirar la toalla. Hasta la última papeleta es importante para un PP en horas bajas en Cataluña. Un partido que se reivindica como voto «útil y seguro» para cerrar «la herida de la ruptura», promover un gobierno exclusivamente de corte constitucionalista y restar opciones a ERC y Junts per Catalunya. «Somos representantes del lado bueno de esta historia», reivindicó el presidente.

Rajoy acompañó al líder del PP catalán, Xavier García Albiol. EFE

En los últimos días la del PP ha sido una batalla por los restos electorales. Debido al sistema de reparto de escaños, los populares se disputan con formaciones independentistas algunas de las últimas plazas. «La ley d’Hont no entiende de bloques», lamentan fuentes de la dirección nacional. De ahí que Rajoy llamara ayer a quienes no simpatizan con el secesionismo y que aún permanecen indecisos a apostar por su partido. «Nunca fue tan decisivo el último arreón», admitió el presidente.

CUP

La CUP amenaza con la vía unilateral hacia la república de Cataluña

Los dirigentes de la CUP cerraron ayer campaña en Barcelona, en Nou Barris, territorio Colau, advirtiendo de que pueden dan la sorpresa y que serán claves para «implementar la república».

El cabeza de lista de la CUP por Barcelona, Carles Riera. EFE

Los antisistema obtuvieron 10 escaños en 2015, dando la campanada y convirtiéndose en la formación decisiva para la mayoría absoluta independentista. En esta ocasión, los anticapitalistas quieren seguir jugando el mismo papel y venderán caro su apoyo a ERC y el PDeCAT. Anna Gabriel elevó el tono. «Las leyes deben obedecer a los mandatos de la dignidad humana», afirmó. La exdiputada aseguró que al Estado español le gusta «someter» a Cataluña. «¿De qué tienen tanto miedo?», preguntó. «Solo nos enseñan la ley como única opción posible», remató.

La CUP ha tratado durante la campaña de marcar distancias respecto a Esquerra y Junts per Catalunya, reforzando su perfil anticapitalista y sobre todo apostando por la vía unilateral para poner en marcha la república catalana.

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