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La crisis de la vivienda, el aumento del gasto militar en los países europeos o el auge de la extrema derecha, entre otros factores, han ... abonado el terreno en los últimos años para que las diferentes organizaciones políticas situadas en la izquierda crítica en Euskadi pugnen por ampliar su espacio. Un baile de siglas y partidos entre quienes defienden las tesis independentistas y los que no. O los que tienen un largo recorrido en la política institucional y los que todavía se muestran reacios a tomar esa decisión estratégica. Lo que sí les une es la crítica al sistema neoliberal y su postulado anticapitalista. Además, de su rechazo a la guerra. Sortu, Podemos, GKS, Jardun... Nadie quiere perder el pulso en el espacio más reivindicativo de la izquierda cuando parece gestarse un contexto favorable.
Sortu ha sido en las últimas décadas el partido que ha capitalizado la mayor parte de ese espacio, al nutrirse sobre todo de los sectores abertzales. La formación mayoritaria dentro de la coalición EH Bildu –formada también por EA y Alternatiba– ha sido quien ha mantenido la firme defensa por la consecución de una república vasca, un discurso que no ha abandonado a pesar de que la coalición soberanista ha ido modulando su discurso hacia una postura más posibilista. Una «Euskal Herria independiente», pero también socialista. «Se trata de levantar la bandera de la utopía, reivindicar una alternativa radical e integral frente al capitalismo. Necesitamos una nueva civilización, socialista, que prime los intereses y los derechos colectivos», defendía el secretario general de Sortu, Arkaitz Rodriguez, en la quinta conferencia nacional de su partido.
La desaparición de ETA y la integración de EH Bildu en las instituciones supone un cambio de paradigma total. De todas formas, el debate gira ahora hacia 'las cosas del comer', y el partido soberanista centra sus actuaciones en temas como la vivienda. Ejemplo de ello fue la ocupación de dos pisos en Donostia para denunciar la compra de los mismos por un fondo buitre.
El pasado miércoles, Primero de Mayo, Sortu criticó que «lo ocurrido esta semana con el apagón eléctrico demuestra que tenemos que desescalar hacia un modelo energético soberano», y denunció que «los cincuenta años de proceso de globalización y neoliberalización nos han empobrecido y precarizado, como país y como clase». El tema que, desde luego parece clave para ganarse el espacio de la izquierda más crítica, es el del rearme y la guerra. «¡Europa quiere gastar en armamento 800.000 millones sacados de los bolsillos de todos y todas! Hace tiempo que nuestro país le dijo un no rotundo a la OTAN», señalaron desde Sortu.
En ese espacio de la izquierda crítica también se ha abierto paso en el último lustro GKS. Lo que nació de una escisión de la izquierda abertzale en 2018, se ha convertido en un movimiento de ideología socialista, con un horizonte internacionalista y que nada tiene que ver con el nacionalismo vasco. La organización comunista aúna ahora todos sus grupos alrededor del denominado Movimiento Socialista, que cuenta con un sindicato de vivienda en Euskadi –recientemente han realizado una manifestación en Donostia para denunciar «el negocio de la vivienda»– o el partido EHKS –que el miércoles reunió a miles de personas en Bilbao para denunciar «el rearme de los países europeos»–. Una manifestación en la que volvieron a demostrar capacidad de movilización, sobre todo entre los más jóvenes.
La polarización, que ya se ha convertido en un elemento habitual en la política española, también ha llegado a este espacio y se ha visibilizado hace apenas unos días. Las juventudes de Sortu, Ernai, recriminaron en su Topagune en Berriozar a GKS que no defienda la independencia y que impugne la estrategia de la izquierda abertzale con planteamientos muy «simplistas». Algo que fue contrarrestado por los líderes de la organización comunista al acusar a los miembros soberanistas de «reformistas».
Pero esa pugna se ha trasladado también a la educación. El pasado mes de marzo el sindicato estudiantil del Movimiento Socialista, Ikasle Abertzaleak , convocó un parón en los centros y universidades contra «el incremento de las actitudes reaccionarias y en defensa de los estudiantes trabajadores». Apenas una semana después los «estudiantes independentistas» de Ikama llevaban a cabo otro parón marcando su propia agenda.
Quien parece tener ya mínimas opciones de reengancharse en Euskadi a ese espacio político es Podemos. El efecto efervescente de su aparición tras el 15-M y la victoria en Euskadi en las elecciones generales de 2015 y 2016 es ya casi un recuerdo nostálgico. Lejos quedaron las críticas de Pablo Iglesias a la 'casta'. Tras la pérdida casi total de su presencia en las instituciones, Podemos ha optado en España por hacer una oposición dura a un presidente del que fue socio en Moncloa. Su principal baza es la crítica al rearme. «El señor de la guerra», ha llegado a llamar Ione Belarra a Sánchez.
La candidatura de Irene Montero a las próximas elecciones generales pretende ser un motor reactivo para levantar el partido y evitar que, sobre todo, los simpatizantes más jóvenes y reivindicativos acaben en las organizaciones del Movimiento Socialista en España. Pablo Iglesias ya ha protagonizado pugnas en redes con los jóvenes comunistas. Para los morados solo queda renacer electoralmente o asumir un espacio claramente minoritario a la izquierda del PSOE.
En Euskadi el margen de actuación es todavía menor para los morados. La dirección vasca ha tomado una dirección contraria a la estatal. A mediados de marzo pactaron la reforma fiscal con el PNV y PSE, socios en el Gobierno Vasco, tras unas negociaciones en las que Madrid torpedeo un primer acuerdo y en las que el apretón de manos tuvo que ser a la segunda. Además, tras la ruptura del espacio de la izquierda confederal con Sumar, las bases del partido en Euskadi han quedado muy mermadas.
Euskal Herriko Kontseilu Sozialista (EHKS), partido de GKS, reivindicó el «carácter comunista» de Gabriel Aresti el pasado 13 de abril en Bilbao. Según la formación comunista, la figura del escritor ha sido «desfigurada y distorsionada», y uno de los ponentes de la jornada, Paul Beitia, asegura que «nuestro objetivo ha sido recuperar a Aresti, pero no para hacer un mero ejercicio de memoria del pasado, sino para utilizar sus pensamientos y actitudes para hoy y para mañana».
Un encuentro en el que también se debatió sobre migración o euskera, y que terminó con una obra de teatro sobre el escritor.
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