«Quizá 'Josu Ternera' sepa dónde están los cuerpos de los tres gallegos desaparecidos»
En 'Una tumba en el aire', el escritor indaga sobre la desaparición de tres jóvenes gallegos en 1973. Sus cadáveres nunca han sido encontrados
cristina mogna
Jueves, 22 de agosto 2019, 08:02
El 24 de marzo de 1973, José Humberto Fouz, Jorge Juan García y Fernando Quiroga Veira -tres jóvenes gallegos que residían en Irun- se ... subieron en un Austin blanco y llegaron a San Juan de Luz. Habían cruzado la frontera para ver 'El último tango en París', prohibida por el franquismo. Después de la película, los jóvenes fueron a tomar algo en un local. Unos etarras que estaban allí los confundieron con policías, los secuestraron, los torturaron y, después, los asesinaron. Sus cadáveres nunca han sido encontrados. Esta es la historia que cuenta Adolfo García Ortega en su última novela, 'Una tumba en el aire'. El escritor sospecha que 'Josu Ternera', detenido en mayo en territorio francés tras 16 años en paradero desconocido, podría ser uno de los pocos exdirigentes de ETA capaces de localizar los tres cuerpos. El histórico dirigente de la organización terrorista presenta un estado de salud «grave», según han denunciado EH Bildu, Sare y Etxerat, que exigen su puesta en libertad.
-Usted dijo que la historia de estos tres jóvenes gallegos «le había elegido». ¿Cómo se acercó usted a los detalles de este caso?
-Alguien me habló del gran número de casos de asesinatos cometidos por ETA que no habían sido reconocidos por la banda. Este me llamó la atención porque era especialmente sangrante que unos jóvenes fuesen a ver una película y no volvieran nunca y que además acabaran siendo secuestrados, torturados y asesinados. Me pareció espantoso. No tenía mucha información. No sabía nada, ni siquiera cómo era la personalidad de los tres jóvenes, Humberto, Jorge y Fernando, y tampoco conocía la psicología y la vida de los que entonces se llamaban «refugiados vascos» en el sur de Francia, en la primera época de ETA. Los escritores siempre buscan la manera de llenar esas lagunas con imaginación.
-Cuando se acercó a las familias de las víctimas para recopilar información, ¿les contó abiertamente lo que pretendía?
-Sí, pretendía reivindicar la memoria estos tres jóvenes. No buscaba hacer un libro en donde ellos fueran una excusa. Quería que ellos fueran el centro de mi novela y poder recrear esa amistad, esa relación entre ellos, sus planes, sus inquietudes. Al hablar de ellos, tenía que hablar de su muerte y allí aparecen los asesinos.
-¿Cree que en algún momento quienes formaron parte de ETA admitirán que la organización pudo ser responsable de estos asesinatos?
-Lo veo muy difícil. Quizá ETA admita que fueron ellos, pero haciéndolo como ha hecho otras cosas, reconociéndolo con la boca pequeña, sin pedir perdón ni buscar responsabilidades. A veces creo que la sociedad también tendrá que asumir que la justicia vendrá con el tiempo y que hay que pasar página de las cosas. No podemos amargarnos la existencia con pretensiones que no tienen viabilidad. La sociedad tiene que avanzar.
-¿Tras su investigación, considera que alguien puede saber dónde están los cadáveres de los tres jóvenes gallegos?
-Quizá pueda saberlo 'Josu Ternera'. Creo que es el único que hay con capacidad de hablar. Él sabe cosas. Lo que no sé es si judicialmente se le puede requerir para que responda sobre este caso.
-¿Tiene que existir un límite entre la realidad y la ficción?
-Sí hay un límite entre la realidad y la ficción, pero ese límite está en el tratamiento de la verdad. La verdad es una, sea como sea, pero la manera en la que se presenta, se muestra y se aborda es patrimonio del mito, de la literatura. Se pueden utilizar elementos referenciales e imaginarios que permitan penetrar esa realidad y darla como una interpretación lo más verosímil posible de unos hechos. Incluso aunque los hechos fueran completamente evidentes, la literatura siempre puede darle una vuelta de tuerca en el aspecto interpretativo.
-¿La literatura es más efectiva que el periodismo?
-Sin lugar a dudas. La literatura lo puede todo. La literatura es la mayor fuerza energética que hay en la mente humana, puede penetrar y llegar a los lugares más insospechados, para lo bueno y para lo malo. Puede mostrar la verdad con mucho mayor interés. Creo que el papel del escritor y el papel de la literatura es avanzar en el aspecto personal de las cosas y los hechos, ofrecer respuestas a una colectividad y luego que esa colectividad se la apropie. El novelista le da opciones al lector para que él considere una versión nueva de la realidad.
-Mientras escribía 'Una tumba en el aire', ¿pensaba en contribuir a hacer justicia, aunque sea una justicia literaria?
-Mi intención general no era generar una acción de justicia, porque eso es muy elevado y corresponde a los jueces. A nivel literario y moral, yo creo que sí hay una restitución, que también he buscado en otras de mis novelas, por lo que debe de ser algo que me afecta especialmente. Es también una justicia un poco defectiva, lamentablemente. Tras haber corrido una cortina de misterio e incertidumbre, lo que hace mi novela es poner el dedo en la llaga. En ese sentido hay una restitución de la parte moral de los hechos, tanto de las víctimas, porque realmente fueron inocentes, como de los culpables, pues parecía que al caer el olvido sobre ellos no se les podría acusar.
-En otras novelas usted también toma partido, presta atención a las víctimas y a los agresores, pero los aborda de manera diferente, marca un límite. ¿Eso es parte de su compromiso?
-Siempre ha habido una parte de mi literatura en la que me he adentrado en las injusticias. Me afectan los casos en los que las vidas se ven truncadas de manera violenta. En ese sentido, muchas de mis novelas tienen ese elemento de compromiso. Pero realmente solo estoy comprometido con la ficción y con la literatura, no con la causa de ninguna de las cosas que abordo, ni el yihadismo, ni el tema de Auschwitz, ni las mujeres asesinadas en Bosnia. Sin embargo, esas circunstancias forman parte de nuestra historia más reciente y, como escritor que está en el mundo, quiero tener u ofrecer una respuesta. Creo que el escritor no debe ser simplemente un burgués que cuenta historias bonitas de entretenimiento, sino que tiene que ser valiente, ir más allá y remover las conciencias.
-¿Usted es de los que piensa que no se ha derrotado a ETA?
-A ETA sí se le ha derrotado. La lucha ahora hay que darla desde el campo político, que pasa a su vez por la vía democrática, en la que el respeto y la justicia cumplen un papel. Hay grupos que están en el Parlamento, pero habría que trabajar para que cada vez tuvieran menos representación y, si es posible, que desaparecieran del campo político. Eso ya depende de los ciudadanos y de sus votos.
Una tumba en el aire
Autor: Adolfo García Ortega
Estilo: Novela
Editorial: Galaxia Gutenberg.
Páginas: 336
Precio: 21 euros
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