El conglomerado de partidos que aupó a Sánchez a la Moncloa comienza a agrietarse cuatro meses después. Los republicanos catalanes volvieron a dar la espalda ... al Gobierno de coalición PSOE-Podemos y su alejamiento se produce justo en el momento en que Ciudadanos, otrora formación que desfilaba exaltada con Casado y Abascal en la plaza de Colón, gira hacia el centro al que quiere llevar Arrimadas a su partido, empujado por el viento de cola de los primeros datos demoscópicos del CIS de Tezanos. Es curioso que ese repunte se detecte cuando los naranjas auxilian a Sánchez.
El apoyo de Ciudadanos es coyuntural, pero este movimiento tiene un efecto carambola. Arrimadas sitúa a su formación en una posición influyente en el tablero y de paso mete el miedo en el cuerpo de los republicanos al observar que no han podido llevar al presidente al borde del precipicio. Ciudadanos comienza a ser decisivo, mientras que el PP de Casado, que empezó a apoyar sin pestañear las prórrogas del estado de alarma, ha terminado votando 'no' junto a Vox, su peor compañero de viaje.
Mientras, el PNV se mantiene leal a Sánchez tras conseguir en la desescalada que se aplique la 'cogobernanza', término que ahora defiende de manera entusiasta el propio presidente. Los jeltzales, que no quieren ver ni en pintura a la derecha en Moncloa, siguen fieles a su hoja de ruta y Sánchez parece que responde. En paralelo, EH Bildu a punto estuvo de arrancar un acuerdo con el Gobierno para derogar la reforma laboral del PP. Sin embargo, anoche todo se quedó en papel mojado porque en Moncloa alguien calibró los efectos del pacto y se frenó en seco. Un patinazo que dará que hablar.
Por cierto, se echó de menos que el presidente socialista emplazara a EH Bildu a condenar sin regateos lingüísticos el ataque que horas antes había recibido Mendia en su casa. ¿Un olvido?
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