El PNV apuesta por mantener el pacto con el PSE pese a su último discurso soberanista
El debate sobre el derecho a decidir lleva a los socialistas y al PP a reivindicar el espacio electoral de centralidad
El PNV se decanta por repetir sus acuerdos institucionales con el PSE pese a su acento soberanista de las últimas semanas en favor del ... derecho a decidir, que ha trastocado la precampaña electoral vasca en un momento en el que los partidos ultiman sus estrategias de cara a los comicios forales y municipales del 28 de mayo. El responsable de política institucional del EBB, Koldo Mediavilla, señaló ayer que ve «muy descabellado, inicialmente» cerrar acuerdos en las instituciones con EH Bildu tras los comicios y afirmó que «podrían volverse a dar» los pactos con el PSE «si las circunstancias se repitiesen» porque «han funcionado» y han sido «garantía de estabilidad». Desde el PSE, aunque es un asunto que se quiere obviar en campaña, la opción favorita pasa por conservar este entendimiento con el PNV como garantía de estabilidad en Euskadi pero también como factor de estabilidad en la política española. Lo único que está asumido es que de repetirse la sintonía PNV-PSE, los escenarios más seguros para este compromiso serán los ayuntamientos de las tres capitales y los gobiernos forales de las tres diputaciones.
En todo caso, los partidos no nacionalistas escudriñan con cautela estas palabras, sobre todo en el contexto en el que se producen, en plena resaca del último movimiento soberanista. PSE y PP encuadran el anuncio jeltzale en el marco de su rivalidad electoral con EH Bildu, sobre todo en Gipuzkoa, el próximo 28 de mayo. Está en juego una determinada franja de electorado soberanista fronterizo entre ambas formaciones y la abstención. El principal empeño del EBB pasa en este momento por combatir el riesgo de la abstención en la próxima cita electoral.
Sin embargo, PSE y PP interpretan que este último registro del PNV puede tener efectos colaterales a corto y medio plazo para la estrategia jeltzale. En su opinión, puede ser el inicio de un mayor desmarque respecto al ámbito de centro que históricamente ha jugado el nacionalismo institucional con dos bazas: la rentabilidad de la gestión institucional y la bandera del miedo al regreso de la izquierda abertzale al poder después de la controvertida implantación del sistema de recogida de residuos 'puerta puerta' en determinados municipios de Gipuzkoa.
Las claves
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Balance Mediavilla cree que el pacto con los socialistas ha funcionado bien y ha sido garantía de estabilidad
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Disputa La pugna más correosa girará en torno al espacio de voto fronterizo entre el PNV, Bildu y la abstención
El análisis del PSE y del PP es coincidente en lo esencial porque contextualizan el movimiento del PNV en la propia naturaleza ambivalente del proyecto jeltzale, que oscila entre el pragmatismo y la ortodoxia en función de los vaivenes de las coyuntura.
Según este análisis, el PNV se plantea el debate del nuevo estatus como un banderín de enganche que, de paso, sirve para eclipsar los problemas de gestión que empiezan a condicionar y a lastrar la imagen y la credibilidad del nacionalismo institucional tras décadas en el gobierno.
El PNV desmiente por completo esta versión y se remite al veredicto de los resultados de los comicios.
Voto moderado
Las encuestas apuntan que existe un espacio de centralidad, que se considera mayoritariamente tan vasco como español, o que al menos no ve incompatibles ambas identidades, que se sitúa ligeramente en el centroizquierda, que es moderado, que se define como vasquista, que quiere que se cumpla el Estatuto, que valora la gestión y, sobre todo, la estabilidad. Una parte de ese voto, el que históricamente procedía del centro-derecha no nacionalista, fue en su momento al PNV como la garantía más eficaz para desalojar a EH Bildu del poder en 2011 y, en menor medida en 2015. Según otro estudio, PNV y PSE también libran una pugna por un sector fronterizo de votantes moderado.
En este escenario, los últimos mensajes del Aberri Eguna o los relativos al derecho a decidir vuelven a elevar la tensión retórica, que es un recurso habitual del nacionalismo para movilizar a su entorno social. Y para conjurar el riesgo de la abstención. Es el este contexto en el que PSE y PP consideran que se pueden empezar a dar las condiciones para aprovechar esta huida hacia adelante del nacionalismo y reivindicar la centralidad.
La cuestión de fondo es la existencia de un espacio electoral moderado, no estrictamente nacionalista, al que le asusta la incertidumbre económica, alejado de la dinámica soberanista aventurera, sensible a la reivindicación de cumplimiento del Estatuto de Gernika y que se muestra refractaria a una radicalización frentista del escenario identitario. Es un sector con fuerte presencia de clases medias y urbanas.
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