O la democracia acaba con la crisis o ésta termina con la democracia». Esta frase, que en realidad es originaria del entonces diputado socialista Joan ... Raventós, la pronunció en un momento de máximo estrés el desaparecido Enrique Fuentes Quintana, vicepresidente segundo económico en el Gobierno de Suárez, en los prolegómenos de la firma de los ya históricos Pactos de la Moncloa, allá por 1977. El espíritu de este acuerdo lo rescató Pedro Sánchez en su última intervención televisiva. No es la primera vez que el jefe del Ejecutivo desempolva hitos de la Transición como si de un episodio de 'Cuéntame como pasó' se tratase.
Han pasado 43 años y aquella España no es la de ahora, ni los momentos actuales pueden compararse con aquellos, pero el presidente quiere evocar aquellos acuerdos históricos entre partidos porque el día después –tras doblegar a la pandemia– no valdrán paños calientes. Y para ese objetivo final serán necesarios unos Pactos de la Moncloa o unos acuerdos que, se llamen como se llamen, tendrán que buscar la unidad de instituciones, partidos, patronal y sindicatos para salir de la segura depresión económica en la que nos encontraremos el día después.
Por de pronto, y no es mal comienzo, el presidente cuenta con las comunidades autónomas para ese empeño. Casado, ahora en una posición más prudente, se muestra receloso, pero no da un portazo definitivo. El PNV, que ya rubricó aquellos acuerdos de la Moncloa, apela a la responsabilidad que siempre hace gala en estos casos excepcionales. Y Arrimadas ha dicho sí sin pestañear, como a casi todo lo que propone Sánchez en los últimos días. Hay quienes, como Vox, ERC y EH Bildu, rechazan esa propuesta aún sin escuchar ni la letra ni la música. Sin embargo, en la coyuntura actual, los acuerdos, tengan el nombre que tengan, son más necesarios que nunca.
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