Agur a las Juntas de dos referentes de la memoria foral de Gipuzkoa

Julio Astudillo lleva a sus espaldas 47 años de vida política desde que se afilió a las Juventudes Socialistas de Euskadi y atesora un legado «importante» en la defensa de los intereses de Gipuzkoa y en el compromiso con el servicio público. Defiende que el PSE «ha aportado mucho en clave de progreso a la gobernabilidad de Gipuzkoa».

Astudillo estudió Derecho en San Sebastián y fue doce años abogado de UGT. En su primera andadura de la política pública compatibilizó la asesoría en Juntas con su despacho de abogados. Recuerda que nada más ser nombrado asesor del PSE en la Diputación, su primera reunión fue «sobre la autovía de Leizaran».

Se detiene en las elecciones de 2007 cuando el PSE ganó al PNV, pero finalmente no llegó a gobernar. «Me defraudó que Esker Batua que no apoyase a un candidato de izquierdas, no lo entendí».

Recuerda sus logros en su recorrido foral y confiesa que se siente «especialmente contento» con un pacto fiscal al que los socialistas llegaron «precisamente con EH Bildu». Se refiere así al acuerdo de noviembre de 2011 «en el que tocamos el IRPF y el Impuesto de Sucesiones». Se congratula de que el 90% de ese acuerdo «a los pocos años se extendió a todo el País Vasco». Cita la oposición «dura» que le hizo a Markel Olano con Gipuzkoa Aurrera. «Entendí que la alianza entre el poder político y el económico suponía un desequilibrio social importantísimo», dice.

En términos generales, su relación con los demás partidos ha sido buena. «He sabido separar las diferencias políticas de lo que son las relaciones humanas», expresa. Astudillo no quiere despedirse de su etapa de las Juntas de Gipuzkoa sin hacer un reconocimiento «especial» a mis compañeros junteros del PSE, «porque todos hemos vivido momentos difíciles». «Todos han sido hombres y mujeres de acero porque sin perder la sonrisa y guardándose el miedo en las bodegas del alma, como decía Pesoa, trabajaron aquí por la libertad, la democracia, el socialismo y el bienestar de Gipuzkoa». Astudillo reconoce que no se irá «del todo», subirá de vez en cuando a las Juntas y estará al tanto de los temas. «Quiero que mi experiencia revierta en el PSE».

Juan Carlos Cano, único representante del PP en las Juntas Generales de Gipuzkoa, se siente identificado con la definición que le dedicó en su día el actual presidente de las JJ GG de Gipuzkoa, Xabier Ezeizabarrena, cuando se refirió al político popular como «el junco: firme en la base y flexible en el tronco». El portavoz del PP en el Parlamento guipuzcoano, que suma 28 años de actividad política, llega, a su recta final con el convencimiento de que la política tiene que ser un «servicio» a la ciudadanía.

Siempre ha defendido que «hay que mantener las formas y el respeto político y personal». No en vano se lleva algunas «amistades» como la de Julio Astudillo, pero también la de la socialista Rafaela Romero o la jeltzale Eider Mendoza. Sin modestia, asegura que se he ganado el respeto «político y personal de todo el plenario». «Me llevo muy bien ahora con todos, por la coherencia, sin necesidad de entrar en descalificaciones ni desprecios al adversario».

Cano, que entró en política después del asesinato a manos de ETA de Gregorio Ordóñez, al que realmente no conocía, recuerda que se involucró «desde el primer momento en la lucha por la libertad y contra el totalitarismo terrorista». «En los peores momentos siempre ha defendido la definición constitucional de España», remarca.

Reconoce que en este final de una etapa, cuando la memoria es caprichosa y muy selectiva, lo que le viene a la cabeza es «la incomunicación brutal con los miembros de Batasuna en los tiempos de plomo». «Fueron legislaturas enteras sin cruzarnos una sola palabra ni para saludar, con miradas de odio que no quiero ni contar», repasa. Le marcó especialmente la tensión que vivió tras los asesinatos de José Luis López de Lacalle y de Joseba Pagaza. Tampoco ha olvidado las veces que los miembros de Batasuna le lanzaron amenazas verbales: «Estás muerto. Os vamos a matar». Se lo decían igualmente en el Ayuntamiento de Andoain o en el plenario de Juntas Generales.

Cano confiesa también en su despedida una frustración política relacionada con su formación. «No nos han dejado desde Madrid ser un partido foralista y liberal. Me parece que es un error brutal solo para conseguir votos fuera de aquí», se queja.