Aquella noche de verano
La negociación entre el lehendakari y el presidente del Gobierno para cerrar nuevas transferencias se alargó casi hasta la noche de una soleada tarde de ... julio en Madrid. La tardanza de los protagonistas en aparecer, con casi dos horas de retraso sobre lo anunciado, cuando el sol estaba ya en el ocaso, presagiaba que había dificultades. Y así lo confirmó Pradales, que salió con un sabor agridulce aunque el Gobierno Vasco ya tenía claro que no iba a poder lograr el bloque de las prestaciones por desempleo, que ni se llegó a abordar en el encuentro. La cita se centró en cerrar los cuatro traspasos firmados, que no se puede decir que sean menores pero que tampoco eran la parte del león.
La discusión de si la culpa es o no de Yolanda Díaz sirvió para sacar la cara a Sánchez, sobre todo porque en el lado vasco de la mesa se sentaban también socialistas como el vicelehendakari Mikel Torres. En todo caso, no parece que la reunión sirviera para mejorar la confianza del PNV respecto al Gobierno de Sánchez, que va mejorando en la UCI pero que todavía no está para pasar a planta.
Pradales, erigido en la práctica como la principal referencia a día de hoy del PNV, se atrevió a 'regañar' a Sánchez en su propia casa, en un gesto que llamó la atención, pero que era necesario para marcar terreno. Y es que a EH Bildu y al PP, sus dos rivales electorales, les faltó tiempo para salir a minusvalorar los acuerdos.
Así las cosas, el cumplimiento íntegro del Estatuto recogido en el acuerdo de investidura de Sánchez parece haberse convertido en el sueño de una noche de verano. Y eso que, con una actualidad marcada por la corrupción o la irresponsabilidad de quienes alientan el enfrentamiento en las calles y el odio a los diferentes, debatir de temas tan áridos como los seguros escolares o los servicios laborales de Seguridad y Salud fue casi un soplo de aire fresco.
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