Consolidar el liderazgo
En una investidura fallida de antemano –salvo que un improbable 'tamayazo' haga saltar la banca–, el presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo, tenía una estrategia ... preconcebida en su debut en el Congreso para buscar otros objetivos. No tenía otra opción. El dirigente gallego, que en la amarga noche del 23-J tuvo que escuchar en la balconada de Génova los gritos de apoyo a Ayuso, quiso ayer despejar cualquier duda sobre su liderazgo político al frente del bloque de la derecha, incluido Vox, y ahuyentar de paso las posibles especulaciones sobre su futuro cuando los 172 votos le dejen el viernes fuera de combate. Sin embargo, Feijóo aprovechó la ocasión para armar un sólido discurso de oposición para satisfacer a los suyos, poniendo en evidencia desde el primer minuto a Sánchez, quien evitó el choque con el aspirante al situar en la réplica socialista a un correoso Óscar Puente. El presidente en funciones ninguneó al candidato popular, que se tuvo que conformar con dar guantazos al aire contra su oponente con la amnistía a Puigdemont como principal reproche y sus concesiones a los independentistas. Sánchez, en su banco azul, no cayó en la trampa de Feijóo, que por todos los medios buscaba que se enredara en la tela de araña que tejió en su discurso sobre las silentes negociaciones abiertas con los independentistas catalanes.
El candidato popular, que estuvo fajador en la tribuna de oradores, lanzó dardos envenenados, sobre todo al PNV, a quien recordó que con el voto del PP ostenta la Diputación de Gipuzkoa, y a Patxi López –ayer en la reserva–, que tuvo que escuchar que fue lehendakari sin ganar las elecciones y con los votos del PP. Y al final Feijóo preguntó a los jeltzales y a Junts si estaban dispuestos a asumir que la política económica del futuro Gobierno la pueda diseñar Podemos. Todo un golpe al hígado.
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