Desde el mismo momento en que Abascal anunció allá por el mes de julio una moción de censura contra Sánchez, el presidente del PP, Pablo ... Casado, sabía que esa iniciativa reprobatoria, que nacía ya fracasada, tenía como principal objetivo erosionar su liderazgo al frente del principal partido de la oposición. Vox, en un momento de inquietud política a raíz de la pandemia, quiere obtener réditos en río revuelto y persiste en su obsesivo 'sorpasso' por doblegar al PP por la derecha. La quinta moción de censura de la historia democrática española, con sabor a debate del estado de la nación, guarda en sus vísperas el enigma de conocer el sentido del voto del PP. Casado sabe que se juega mucho en este envite porque lo que se decida al final tendrá repercusiones y a buen seguro que condicionará el futuro del partido y del propio líder conservador. Abascal, que desde hace tiempo tiene la calculadora de votos en su mano cuando diseña cualquier movimiento estratégico en el tablero, ha provocado que Casado haya abierto un inédito sondeo interno con sus más estrechos colaboradores sobre qué se debería votar en la moción de Vox, partido que, no hay que olvidar, sostiene gobiernos populares en más de una comunidad y ayuntamientos, como es el caso de Madrid.
Ante este envenenado dilema, Casado tiene la oportunidad de fajarse con luz y taquígrafos de la envolvente a la que le quiere someter Abascal con esta iniciativa, que solo beneficia al líder ultraderechista y al propio Sánchez, que buscará que se repita la foto de Colón. Votar 'no' a esta moción supondría para Casado distanciarse de una estrategia radical que en nada beneficia al PP porque, al margen de que ambos partidos coincidan en censurar a Sánchez, quien aspira a ser presidente en esta reprobación es Abascal. Por contra, una abstención del PP dibujaría una perniciosa servidumbre de Génova con la extrema derecha. Y eso sería letal.
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