Joaquín Almunia
Joaquín Almunia cree que el acuerdo entre Trump y la UE «es una operación ruinosa para Europa» que refleja su gran fragilidad
Joaquín Almunia (Bilbao 1948), exvicepresidente y excomisario de la Comisión Europea –y en su día secretario general del PSOE–, opina que el acuerdo arancelario entre Trump y la UE «es una ruina para Europa que refleja su debilidad». De vacaciones en Donostia, admite que el choque PP-PSOE «alienta la gran ola de la extrema derecha».
–¿Decepcionado por el acuerdo arancelario entre la UE y Trump?
–Es un acuerdo del que no conocemos el texto, solo lo que han dicho Trump y la Comisión Europea. En cuanto al contenido, es obvio que es asimétrico. Parece que todas las obligaciones recaen en la Comisión, en la Unión Europea, y que Estados Unidos está de acreedor, no pone nada de su parte. Eso es muy extraño, en los acuerdos comerciales las dos partes ponen sobre la mesa sus demandas y después se llega a compromisos y siempre hay un supuesto equilibrio. No estoy seguro de que vaya a ser más perjudicial para la Unión Europea que para Estados Unidos. En términos comerciales, los aranceles los pagan los importadores de Estados Unidos, no los paga quien sufre los aranceles, sino quien compra los bienes que la Unión Europea exporta. La experiencia del mandato anterior de Trump, cuando subió aranceles, es que el impacto sobre el PIB de la Unión Europea fue del 0,15%.
–Ahora viene la segunda parte, que si no se cumple la inversión de 600.000 millones supuestamente acordada en cuestiones como la energía y la defensa en ese pacto Trump subirá los aranceles al 30%...
–Esos son los costes de negociar con Trump, que es, frente a lo que dijo Von der Leyen presentando el acuerdo, absolutamente impredecible, y en particular con Europa, con la que tiene una relación política horrible. Con Trump podemos esperar cualquier cosa. Estamos hablando de una declaración que es sumamente etérea, que no tiene forma jurídica ni es vinculante. ¿Quién puede obligar a las empresas a que ejecuten su inversión en determinados proyectos en Estados Unidos? Eso dependerá de las empresas.
–¿Europa ha exhibido debilidad con Trump?
–Desde ese punto de vista político la posición de Europa, representada en este caso por la Unión Europea y en particular por Ursula Von der Leyen, es una operación ruinosa. La sensación de que Europa es más frágil de lo que ya sabíamos que éramos en el plano exterior es terrible. Europa ha sido excluida por Trump de cualquier participación en las conversaciones de Estados Unidos con Rusia sobre Ucrania. Europa, de cara a la cumbre de la OTAN, no ha coordinado la posición de los países miembros de la Unión Europea que participan en la OTAN y que estaban en la reunión de la Haya. Desde ese punto de vista, es un reflejo de nuestra enorme fragilidad. Es tremendo. A mí me preocupa mucho más esta parte, muchísimo más, que el contenido completo del acuerdo, por más que no me guste.
–¿Ha vuelto el vasallaje?
–Claro, es la relación que tenían los súbditos con los emperadores antes de la Edad Moderna, antes del siglo XX. Es una vuelta atrás gigantesca. Y esa es la posición de Europa, que en muchas ocasiones ha motivado reflexiones colectivas en la Unión Europea sobre la necesidad de superar eso, de que hay que reforzar la relevancia exterior de la Unión Europea, que hay que reforzar nuestra capacidad de influir en el mundo global, pero todo eso está en estos momentos totalmente desmentido por los hechos de cómo se le trata a Europa y cómo Europa considera que puede llegar a acuerdos con Trump. Ese aspecto es el que me parece más lamentable y humillante. Mucha gente habla de vasallaje, pero en el fondo es humillante para la Unión Europea y no puede seguir así. Al menos si queremos no ya ser influyentes sino al menos ser respetados.
–¿Le parece bien la posición de Sánchez contraria a subir al 5% el gasto militar?
–España en este debate ha mantenido una postura digna pero tiene el poder que tiene. En el marco europeo nuestra mera opinión no puede bloquear el asunto.
–¿Ve en riesgo el modelo social europeo?
–Es verdad que si aumenta el presupuesto militar y no aumenta el volumen total de gasto, el resto de las partidas, incluidas la muy importante política social, sufre. A mí me preocupa más el papel de Europa en términos de contribuir de manera activa a liderar la recomposición de la comunidad internacional, la recomposición del orden internacional, del orden basado en reglas, del sistema que viene desde Naciones Unidas en adelante, el multilateralismo, recuperar las reglas del juego que existían hasta hace poco, más allá del modelo social, que me importa mucho. La impotencia es tremenda.
–Basta mirar el horror de Gaza. Y la UE es incapaz de pararlo...
–Es incapaz porque hay países miembros de la Unión Europea, por desgracia, más de la mitad, que no quieren condenar la actuación de Israel en relación con Gaza. No se respetan los derechos humanos, hay pruebas palmarias, por desgracia, estamos viendo todos las imágenes de los muertos en los bombardeos, los niños famélicos, etc...
–¿Qué papel juega en este momento la socialdemocracia? Parece atrapada y en declive.
–La socialdemocracia es obvio que está perdiendo peso electoral en los últimos años. Hace 15 años mirábamos la composición de los gobiernos europeos, los jefes de Estado y de gobierno que se sentaban en el Consejo Europeo y había muchos socialdemócratas y en este momento hay muy pocos socialdemócratas dirigiendo gobiernos europeos. Pedro Sánchez es el principal, fuera de la Unión Europea está el laborista Keir Starmer al frente de Reino Unido. Incluso en el Parlamento Europeo somos el segundo grupo, bajamos un poquito en las últimas elecciones de 2024, pero en estos momentos el peso de la socialdemocracia obviamente está pasando por un momento de dificultad. La socialdemocracia ha tenido momentos de dificultad y de recuperación no en el largo plazo sino en cuestión de años y yo he visto recuperaciones de la socialdemocracia a escala europea en términos electorales. Y espero poderlos ver no demasiado tarde.
–¿Pero qué está pasando para que se produzca ese retroceso?
–El aumento del populismo de extrema derecha es lo que está segando la hierba debajo de los pies, no solo de la derecha tradicional, del Partido Popular Europeo, sino también de la socialdemocracia. Y no digamos de los partidos comunistas a la izquierda de la socialdemocracia que están en una situación muy delicada.
–¿Cómo hacer frente a esta ola?
–Yo creo que hay que hacer una reafirmación que no sea retórica, sino una reafirmación con compromisos políticos serios estratégicos de lo que son los valores, los principios y las reglas del juego de las democracias. Y creo que eso es una tarea que nos corresponde a todos los demócratas, pero en particular a la socialdemocracia, que es quien ha sido protagonista de la puesta en práctica de muchas de esas reglas que consideramos consustanciales con una democracia liberal, con el modelo social europeo, con el pluralismo político, con el respeto a las reglas del juego. Eso forma parte de nuestra identidad. Como socialdemócratas somos demócratas, y como demócratas tenemos que liderar esa reacción frente a lo que está sucediendo, que es un deterioro plausible de la calidad de las democracias liberales, un deterioro plausible del respeto a las reglas del juego, del respeto a las reglas del Estado de Derecho, del respeto a los valores que están en el origen de la democracia y en el origen de la Unión Europea.
«La autocracia ha vuelto»
–En España Vox parece recibir mucho voto joven. ¿Le asusta?
–Confío que sea un fenómeno pasajero. Muchos jóvenes tienen una sensación de que no cuentan nada en la forma en que las sociedades actuales se organizan, que están al margen. El tema de la vivienda es sangrante para ellos pero no solo. El tema de valores, como es la igualdad desde el punto de vista de género, está a flor de piel. Según dicen los sondeos, en los jóvenes de género masculino se aprecia un sentimiento de rechazo a las políticas de igualdad. Creo que se sienten excluidos de procesos de toma de decisiones. Sienten que no son escuchados. Antes la rebeldía frente al poder se expresaba en la izquierda. Ahora es mediante el populismo. Que muchos de los jóvenes impugnen el sistema no nos debe extrañar. Lo han hecho casi siempre. Pero sí que lo hagan desde el código reaccionario. Es lo más preocupante.
–¿Está en riesgo el modelo de libertad en Europa?
–Por supuesto, y no solo por Trump. El desarrollo tecnológico, la selva de las redes sociales y las amenazas a la libre información ponen de manifiesto nuestras debilidades y vulnerabilidades. Y Europa debería levantar la voz. Si no lo hacemos nosotros ¿quién lo va a hacer?
–¿Cómo ve la política española?
–Con un clima absolutamente irrespirable y tóxico. Hay un grado de enfrentamiento y confrontación entre dos bloques que no encuentran, ni uno ni el otro bloque, la manera de rebajar la tensión. No puede ser que la calma solo venga de las vacaciones. Hay que encontrar alguna manera no solo de rebajar la tensión sino de poder dialogar sobre cuestiones que nos importan a todos por igual votemos lo que votemos y pensemos lo que pensemos. ¿Se va enconar este bloqueo? La ferocidad de la polarización que sufrimos no sirve más que para alentar en el fondo la gran ola de extrema derecha. Y, claro, los casos de corrupción que conocemos –los actuales de Cerdán, Ábalos y Koldo, o Montoro y los escándalos que afectan al PP– minan peligrosamente al sistema.
–¿Euskadi es una isla?
–No es una isla pero vive una situación envidiable, ya sin terrorismo. Yo, que soy de Bilbao, noto un gigantesco cambio entre aquel país castigado por el terrorismo y la radicalidad del que me fui tras la carrera con el de ahora, un contrapunto al ruido en Madrid en donde el pacto PNV-PSE muestra el valor que sigue teniendo el acuerdo entre diferentes.
–¿Como los acuerdos entre diferentes que dirigen Europa?
–En Europa el acuerdo tradicional ha sido entre las familias socialistas, liberales y democristianas después de la Segunda Guerra Mundial y se ve ahora reforzado con los verdes. Es la gran coalición europeísta pero hay una creciente tendencia en la derecha europea a pactar con la ultraderecha. Y me preocupa. Porque es la ruptura de Europa por dentro, la pérdida de los valores democráticos, nuestro ADN frente a un mundo donde la autocracia ha vuelto.
«Felipe daña su legado al decir que no votará PSOE»
–¿Le ve a Pedro Sánchez con margen de maniobra suficiente como para aguantar hasta 2027 y completar la legislatura?
–Sinceramente no lo sé, no sé cuánto va a durar la legislatura. Pero que se agote en 2027 lo veo muy complicado no solo por la oposición frontal de todo el bloque de la derecha y la ultraderecha sino por la actitud que también veo en algunos partidos que fueron decisivos en la investidura de Sánchez como Podemos y Junts, y que son imprescindibles para sacar adelante las cosas.
–Felipe González ha dicho que no piensa votar al PSOE si Pedro Sánchez es candidato de nuevo a presidente en las próximas generales. ¿Qué siente al escuchar esa afirmación?
–Pues sinceramente siento pena, siento mucho que diga Felipe González estas cosas. Ya sé que no le gusta Pedro Sánchez. Ni Felipe gusta a Pedro Sánchez, ni Pedro Sánchez gusta a Felipe González. Pero poner en cuestión el voto al Partido Socialista por parte de Felipe por el hecho de que Pedro Sánchez pueda volver a ser el candidato a mí me da mucha pena. Creo que habría que encontrar la manera de corregir ese juicio. A la hora de la verdad ese anuncio nos hace daño a todos, incluso yo creo que hace daño a la propia historia, al propio legado de Felipe González.
–Y esas críticas demoledoras de algunos exministros socialistas contra Pedro Sánchez, ¿las comparte?
–Bueno, cada exministro puede pensar lo que quiera. Todas las opiniones, coincidan con las mías o no coincidan, creo que es democrático expresarlas en público.
–¿Sánchez debería ser candidato otra vez en las próximas elecciones generales?
–No lo sé la verdad. Eso lo decide quien lo tiene que decidir. Primero él tiene que manifestar su voluntad o disposición a seguir siendo el candidato. Y, claro, el Partido Socialista, en este caso, debería tomar la decisión cuando le toque hacerlo.