Ana Redondo recoge la cartera Igualdad de manos de Irene Montero, en la tensa toma de posesión de la primera en noviembre de 2023. EFE

El «feminismo» de Sánchez tropieza con Igualdad

Los fallos en las pulseras antimaltrato sitúan en el disparadero a la ministra Redondo, que tenía el encargo de rebajar «el ruido» tras la sangría del 'solo sí es sí' bajo el mandato de su antecesora Montero

Domingo, 28 de septiembre 2025, 00:46

El 31 de mayo de 2018 Pedro Sánchez subió a la tribuna de oradores del Congreso, de la que saldría entronizado presidente tras su fulgurante ... moción de censura, para defender un programa de Gobierno que se hacía eco de un 8 de marzo histórico para las mujeres españolas bajo el aliento de la huelga convocada por el feminismo en todo el mundo. Sánchez se lo espetó a Mariano Rajoy, antes de comprometer, entre otras medidas por la igualdad, un futuro Ejecutivo paritario y el cumplimiento íntegro del Pacto de Estado contra la Violencia de Género. «Sin excepción», proclamó el entonces aún jefe de la oposición.

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Siete años después, y tras haber rescatado el ministerio específico para la paridad que creó José Luis Rodríguez Zapatero, la estrategia del Gobierno «progresista y feminista» de Sánchez vuelve a tropezar con una crisis en un departamento especialmente sensible por lo que representa para la base social de la izquierda y por cómo el propio presidente ha agitado esa bandera a modo de divisa de su mandato. La revelación en la voluminosa memoria anual de la Fiscalía General -que luego intentó recoger cable- de «una gran cantidad» de sobreseimientos y absoluciones de maltratadores por el agujero abierto en la migración de datos de sus pulseras de control al cambiarse de proveedor del servicio (de Telefónica a Vodafone) ha colocado en primer plano un problema estructural: las carencias, deficiencias y fallos en esos dispositivos de vigilancia que hoy llevan 4.500 mujeres -con las correspondientes para sus agresores- y que han coadyuvado a que ninguna de las 21.000 que las han portado desde 2009 haya sido asesinada.

Las lagunas afloradas en el denominado Sistema Cometa y, singularmente, las dificultades de Ana Redondo para atajar el escándalo que le ha costado ya la reprobación del Congreso -promovida por el PP y gracias a la abstención de Junts y ERC- han colocado a la ministra en el disparadero. Y a Igualdad, de nuevo, como un quebradero de cabeza para el presidente «feminista». «Ella quería trasladar tranquilidad a las mujeres, pero es evidente que las cosas no han ido como debieran», resume una fuente dentro del Gobierno, cautelosa ante la erosión que la tormenta por las pulseras está provocando en un Ejecutivo en horas frágiles; y con las militantes entre abochornadas e indignadas aún por el recurso a la prostitución, con jactancia soez, del exministro Ábalos y su antiguo lugarteniente, Koldo García. Una fuente que subraya que «muchas» víctimas, también, han agradecido la cobertura salvadora de los dispositivos. Pero otras voces socialistas suenan menos templadas y vaticinan la salida de Redondo -«Da problemas al presidente»- si hubiera una crisis de Gobierno.

La elección de la representante vallisoletana, cargo de confianza del exalcalde de Valladolid y hoy titular de Transportes, Óscar Puente, provocó sorpresa cuando Sánchez reeditó su investidura en noviembre de 2023. Se especulaba aquellos días, sacudidos por la amnistía pactada con Carles Puigdemont, con que el líder del PSOE subsumiera en Presidencia el Ministerio de Igualdad que comenzó dirigiendo la vicepresidenta Carmen Calvo; que Podemos exigió, para desgarro de las mujeres socialistas, como contrapartida irrenunciable para formar la coalición en 2019; y del que Irene Montero salió dejando tras de sí un pulso sin precedentes con el feminismo 'clásico' por la 'ley trans' y, sobre todo, la convulsión por la excarcelación acelerada de un millar de agresores sexuales por un resquicio normativo en la del 'solo sí es sí', pero también con el marchamo de haber dotado de relevancia política, de notoriedad, al departamento. El hombre que comanda el Ejecutivo amparó a Montero -Calvo perdió la 'batalla trans'- hasta que la sangría del 'solo sí es sí' se hizo inasumible: la víspera de otro 8 de marzo -el de 2023- intervino 'de facto' el ministerio emblemático de Podemos y zanjó la reforma de la ley con el aval del PP.

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Una desconocida

Pero ni Sánchez se quedó para sí Igualdad ni aupó al frente del ministerio a una feminista de reconocido bagaje. Entregó la cartera a Redondo, casi una desconocida, con un mandato: acallar las polémicas. «Es importante que el ruido sobre el feminismo haya desaparecido», resumía la propia ministra en una entrevista con este periódico tres meses después de llegar al cargo. El traspaso de poder había sido un vía crucis, sin apenas interlocución con Montero y quien, en plena toma de posesión de su sucesora, reclamó a ésta «valentía para incomodar a los amigos de 40 y 50 años del presidente del Gobierno».

La dirigente de Podemos devolvía así el dardo a Sánchez, que se había quejado de la incomprensión de los hombres de su quinta con la orientación de Igualdad. Hoy, empapada también por el temporal de las fallas en las pulseras antimaltrato -su equipo avaló la adjudicación a la UTE de Vodafone junto a Securitas, pese a que los técnicos solo otorgaron 3,6 puntos sobre 10 al diseño de la migración-, Montero clama, como Redondo, contra la estigmatización por el PP y Vox, a su juicio, de lo que encarna Igualdad para el feminismo. «Siempre se quieren cargar este ministerio», incidió este sábado en un mitin en Granada la vicepresidenta primera, María Jesús Montero.

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Falta de autoridad

Se achaca a la ministra no haber sabido ser «árbitro» entre las almas que anidan en las feministas del PSOE

La asunción por Redondo de la cartera fue evaluado por las mujeres del PSOE en un sentido más profundo que un mero intento de bajar los decibelios. Interpretaron que la nueva ministra llegaba también para ejercer de «árbitro» entre las dos almas -resumiéndolo mucho porque hay posiciones fronterizas- que vienen librando una pugna insólita en el feminismo socialista: la que sigue considerando prioritaria la defensa de los derechos de las mujeres nacidas así frente a la ideología 'queer' -para la que el género es solo una construcción social- y la que se abre a las minorías LGTBIQ+.

La primera corriente, con Carmen Calvo a la cabeza, logró retirar de la ponencia política aprobada en el congreso federal de hace menos de un año en Sevilla la sigla 'Q' -de 'queer'- y el 'plus', alusivo al resto de identidades de sexo. Las feministas 'clásicas' jalearon su triunfo, mientras Sánchez excluía de la nueva ejecutiva a Redondo y otorgaba la secretaría de Igualdad a una política emergente, la delegada del Gobierno en la Comunidad Valenciana, Pilar Bernabé. Las voces críticas con la ministra creen que ésta no ha logrado labrarse una 'auctoritas' entre unas y otras, con su departamento desdibujado y con las militantes padeciendo por la impudicia de Ábalos y Koldo. Un ministerio del que, en efecto, ya no emanaba «ruido». Hasta que la alarma de las pulseras antimaltrato comenzó a ulular.

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Prostitución, trata y violencia vicaria: tres leyes en el tintero

La ministra de Igualdad afronta el nuevo curso político con tres proyectos legislativos de relevancia encima de la mesa. Uno, el que busca combatir específicamente la violencia vicaria -aquella que los agresores ejercen sobre los hijos de las amenazadas para martirizarlas a ellas-, cuya posible aprobación el próximo martes en el Consejo de Ministros aún no estaba asegurada este sábado, según fuentes gubernamentales consultadas.

Las otras dos leyes son la destinada a perseguir la trata, preludio de la de la abolición de la prostitución que el PSOE volverá a intentar -hay división en el Congreso- tras el escándalo del caso 'Ábalos-Koldo'.

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