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Alberto Surio
Viernes, 2 de mayo 2025, 00:06
Nadie sabe a ciencia cierta si la rumorología desatada sobre la sucesión del Papa Francisco tiene bases sólidas o es una mera conjetura. Quizá sólo ... lo sepa bien el Espíritu Santo, que la Iglesia defiende como principal inspirador de la decisión de elegir al nuevo pontífice para esquivar la discusión mundana entre candidatos y situarla en el plano de la trascendencia. El 7 de mayo comienza el cónclave, en riguroso secreto, y hasta entonces no van a cesar las quinielas y los pronósticos sobre la lucha de poder entre las diferentes corrientes del catolicismo. En esta ocasión, dos de los prelados que 'suenan' con cierta insistencia entre los vaticanólogos –Pietro Parolin y Matteo Zuppi, los dos alineados con la línea aperturista de Jorge Bergoglio– tienen una sólida relación con el País Vasco. Euskadi se ha 'colado' inesperadamente en el cónclave de Roma cuando la desaparición de la violencia ha dejado de proyectar lo vasco en el foco internacional.
Los cardenales Pietro Parolin y Matteo Zuppi tienen en común que son italianos y que han tenido a lo largo de su dilatada trayectoria en la Curia romana una intensa relación con el País Vasco, que conocen perfectamente. También están al corriente de las gestiones que se han hecho a lo largo de la historia reciente para alumbrar una salida dialogada al terrorismo de ETA.
Pietro Parolín Secretario de Estado del Vaticano
El italiano Pietro Parolin, de 70 años, ha sido hasta ahora el secretario de Estado del Vaticano, el número 2 del Papa Francisco en la Santa Sede. Nacido en 1955 en Schiavon, un pequeño pueblo de unos 2.500 habitantes en la provincia norteña de Vicenza (en la región del Véneto, a una hora de Venecia), Parolin ha sido también el más relevante diplomático del Vaticano, con contribuciones a las relaciones entre la Santa Sede y China, Venezuela u Oriente Medio. Reservado y discreto, es un hombre de consenso encuadrado en la línea aperturista de Francisco.
Matteo Zuppi Arzobispo de Bolonia
Matteo Maria Zuppi (Roma, 11 de octubre de 1955) es un arzobispo, teólogo, humanista y diplomático italiano. Fue ordenado sacerdote en 1981. En 2012, el papa Benedicto XVI le nombró obispo auxiliar de Roma. Desde 2015 es arzobispo de Bolonia. Es cardenal desde el 1 de septiembre de 2019. El 24 de mayo de 2022 fue nombrado presidente de la Conferencia Episcopal Italiana. Fue también mediador en la guerra de Ucrania por expreso deseo del Papa Francisco. Se le conoce como «el cardenal de la calle» que se desplaza en bicicleta por las calles de Roma.
Zuppi –arzobispo de Bolonia– participó en la escenografía final del acto de desarme de ETA en mayo de 2017. Su presencia, según fuentes conocedoras de los entresijos de aquel acto celebrado en el País Vasco-francés, fue sobre todo una puesta en escena simbólica. En aquella entrega, ETA ofreció las señales de geolocalización de una serie de arsenales de armas y explosivos a las autoridades francesas. El equipo internacional de verificadores requirió la participación de Zuppi para que este desenlace tuviera el aval del Vaticano, al igual que en otros procesos de resolución de conflictos. ETA buscaba con esa imagen de su desarme unilateral neutralizar el imaginario de una derrota y visualizar su decisión en un proceso de relación con la sociedad civil.
El arzobispo de Bolonia es vicepresidente de la Comunidad de San Egidio, una organización vinculada a la Iglesia Católica –se le suele denominar la diplomacia paralela del Vaticano– que ha estado durante años en la recámara del diálogo con ETA aunque finalmente no se implicó. Ya en los tiempos en los que Jaime Mayor era ministro de Interior, desde su entorno se lanzaron mensajes hacia la izquierda abertzale para explorar si era factible la mediación de San Egidio. Pero ETA no estaba entonces por la labor. El cardenal también trabó en su momento una intensa red con Elkarri, el movimiento social por el dialogo que lideraba entonces Jonan Fernández. Acudió a seminarios de la Fundación Sabino Arana y a un encuentro de Baketik en el santuario de Arantzazu.
Otras iniciativas con el cardenal vascofrancés Etchegaray o con el Premio Nobel de la Paz Alfredo Pérez Esquivel –también bien vistas por la Iglesia– resultaron infructuosas. Esta última se llevó a cabo en la época de Margarita Robles como secretaria de Estado de Interior con el ministro Juan Alberto Belloch en el último Gobierno de Felipe González.
El perfil de Parolín es más institucional. Como número dos de la Santa Sede –ha sido secretario de Estado– tiene una vinculación expresa con Euskadi a través de numerosas visitas y es buen conocedor de la realidad vasca. En los últimos años, el exlehendakari Urkullu, acompañado de su entonces asesor en Lehendakaritza Jonan Fernández, se ha reunido varias veces con él. La última vez para hablar de inmigración.
Roma siempre ha seguido con atención los movimientos en el País Vasco. Quizá conserva en la retina de la memoria la influencia y el protagonismo que tuvo en su tiempo la Iglesia vasca. El proceso de secularización que vive la sociedad europea se ha hecho particularmente visible e intenso en el País Vasco. Pero la Iglesia ha seguido ejerciendo cierto papel, no exento de polémica, y que reproduce también las diferentes sensibilidades en el seno de la comunidad católica.
La labor de Parolin y Zuppi en la reserva tiene sus anclajes en los antecedentes del inicio de la Transición con el protagonismo muy relevante de hombres de la Iglesia en el origen, en el desarrollo y en el final de ETA. Participaron en su momento en conversaciones y en encuentros entre políticos y líderes de la organización terrorista. Por ejemplo, ya el Gobierno de Felipe González apeló a la Compañía de Jesús para llegar hasta Txomin Iturbe. En su momento también participó el redentorista noirlandés, Alec Reid, que, según relata en su libro sobre la Iglesia vasca el periodista Pedro Ontoso, acompañó a Joseba Segura -entonces ayudante de Juan María Uriarte- a EE UU para mantener una entrevista con la familia Kennedy cuando este quería ser senador. Según precisó, los Kennedy habían tenido una influencia decisiva en el acuerdo de paz de Irlanda, puesto que había un lobby irlandés importante en EE.UU. Eso no sucedía en el caso vasco, y, de hecho, la entrevista no sirvió. Segura es hoy el obispo de Bilbao. Luego hay otros personajes, como el pasaitarra Juan María Laboa que también movió discretamente los hilos en la trastienda.
Durante el papado de Francisco ha sido notoria la sintonía con la línea de Uriarte, que luego sería obispo de San Sebastián, y que participó como mediador en las conversaciones entre el Ejecutivo de Aznar y ETA en Zurich en mayo de 1999. Tampoco prosperaron entonces.
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