Es inevitable recurrir a aquella metáfora sobre el rito de los apareamientos que el desaparecido ex presidente del EBB Xabier Arzalluz utilizó para explicar los ... movimientos que los partidos escenifican cuando han de aproximarse para consumar un acuerdo y al mismo tiempo reivindican su imprescindibilidad. «Parece que no quieren. Sacan el pecho, hinchan el garganchón, mueven las alas, promueven gorjeos..., pero son ritos de apareamiento», decía Arzalluz en 1998 días después de ganar Ibarretxe las primeras elecciones.
La historia se vuelve a repetir y después de que la líder de los socialistas vascos, Idoia Mendia, barajase las dos maneras de colaboración con el Gobierno de Urkullu –desde dentro o desde fuera–, la secretaria general del PSE-EE aterrizó a la realidad y se mostró favorable a repetir el bipartito en Lakua que ha funcionado en los últimos cuatro años. Hubo rito, aunque en esta ocasión estaba claro que los movimientos de dejarse querer iban a durar poco bajo los focos de la aproximación. También en este contexto los números son los que mandan y quien atesora más escaños –el PNV con 31– es el que tiene la sartén por el mango.
Y en pleno inicio de las negociaciones para conformar un nuevo Ejecutivo de Lakua, los socialistas vascos han tenido que tragarse un sapo inesperado al comprobar cómo el lehendakari Urkullu, visiblemente molesto con el silencio de Sánchez a sus últimas cartas, le da un sonoro portazo a la Conferencia de Presidentes que celebrará este viernes en San Millán de la Cogolla. Resulta incomprensible cómo el presidente del Gobierno camina en los últimos meses en el alambre en su relación con el PNV, partido que no le ha fallado en ninguna de las votaciones de las prórrogas del estado de alarma. No convocar la prometida comisión mixta del Concierto en la fecha prevista es un riesgo innecesario en la actual coyuntura.
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