Que las elecciones van a ser en julio parece que se da por hecho, aunque falte el lacrado de la oficialidad que debe darlo el ... lehendakari. Sin embargo, aunque los líderes de los partidos vascos salieron ayer de la reunión con Urkullu asumiendo que los comicios serán en julio, las palabras del portavoz Josu Erkoreka en su comparecencia posterior fueron más prudentes si cabe al evitar deslizar la más mínima pista sobre la fecha definitiva y las circunstancias en las que finalmente se celebrarían, que serán especiales. La oficialidad se cura en salud.
Para el Gobierno Vasco esta semana ha estado cargada de tensión por las decisiones -algunas de ellas polémicas y cuestionadas- que ha tomado en su estreno como mando en la desescalada del estado de alarma, que parece que Sánchez ya medita edulcorar e incluso aplicar un plan sustitutivo que Urkullu ya esgrimió en su día. Ojo a este último dato. Quizá por este motivo en Ajuria Enea se apostó ayer por la prudencia y se prefiere ganar tiempo para decidir cuál de las posibles fechas -12 o 19 de julio- sería la más idónea para convocar de manera inédita a los electores en pleno apogeo del verano. Entre medias habrá que escuchar a Sánchez este fin de semana para saber por dónde respira.
El lehendakari acudió a la reunión con tres informes para despejar dudas y ofrecer las mayores garantías para la celebración de las elecciones, suspendidas en abril por el embate del Covid-19. Precisamente juristas del Gobierno Vasco plantean en su informe la opción de fijar dos fechas de elecciones -en julio u otoño- por si la primera de ellas no pudiera celebrarse por un hipotético repunte de la pandemia. Sería una vía intermedia que evitaría la frustración y rebajaría presión al lehendakari, que apuesta por hacerlas enseguida frente a las críticas de la oposición. A grandes males, grandes remedios.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión