Pablo Casado no tenía ayer más opción que separarse con nitidez de la estrafalaria moción de censura desplegada por Vox y su líder, Santiago Abascal, ... que sin duda iba dirigida a tambalear el crédito del líder del PP. Casado pudo haberse quedado en el peligroso terreno ambiguo que suponía una temeraria abstención, pero eligió lanzar una respuesta expeditiva en su inapelable 'no'. Y para ello desplegó un discurso rotundo contra la iniciativa de Abascal y su partido, que la consideró también como un ataque a las siglas de su partido. Reaccionó como si de una agresión se tratase con un 'hasta aquí hemos llegado', que sonó muy a Rajoy.
La intervención del presidente del PP, quizá la mejor desde que está al frente de su partido, será recordada en el tiempo porque en ella Casado escenificó el divorcio con la ultraderecha de Vox. Lo hizo en una alocución medida e implacable para reivindicar el centro moderado, la convivencia entre los españoles y el europeísmo. Dio todo un portazo sonoro a Abascal. El rechazo del PP a la moción puede tener sus consecuencias, pero Abascal, visiblemente noqueado por el golpe de Casado, anunciaba que iban a mantener sus apoyos, aunque después ya reculaban. Nada será igual entre ambos. Abascal se quedó absolutamente solo y el PP votó en contra con el resto del hemiciclo, incluido EH Bildu. Todo un dato que vislumbra un nuevo tiempo a favor de la reconciliación y contra cualquier extremismo.
Pedro Sánchez, el gran vencedor de esta moción, aprovechó la ola que movió Casado con su desmarque de Vox para proponer el desbloqueo de la renovación del Poder Judicial con la retirada de su controvertida propuesta. Casado debería volver a la negociación para buscar el acuerdo en unos momentos donde la población, angustiada por el tsunami pandémico, clama por soluciones urgentes.
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