«El globalismo europeo estrecha el margen del independentismo y el PNV lo ha comprendido»
«En Euskadi hacemos muchas cosas bien pero cuidado con creernos el ombligo del mundo, la autocomplacencia nunca es buena consejera», cree
Denis Itxaso (San Sebastián, 1975) reconoce un momento económico «muy complejo» tras la guerra de Ucrania, y está convencido de que «el globalismo europeo ha ... estrechado el margen de maniobra del independentismo» y de que «el PNV ha comprendido esa realidad». Itxaso reflexiona sobre las luces y las sombras de «la recuperación» en un lugar emblemático como Chillida Leku, que ya prepara para 2024 el centenario del escultor. Se detiene ante una obra –'Esertoki III'–, toda una metáfora, sostiene, de la voluntad de diálogo que atribuye al Gobierno de Pedro Sánchez para sortear las tormentas.
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–El PNV pone el foco en el reproche a la lentitud del Gobierno central a la hora de completar el Estatuto de Gernika. ¿Por qué cuesta tanto ejecutar las transferencias?
–Este Gobierno demuestra con hechos su compromiso con el desarrollo estatutario. Cuatro comisiones mixtas de transferencias y 11 materias transferidas. El trabajo con cada una de las competencias es arduo y minucioso si se quiere hacer con garantías, y eso lo sabe bien el Gobierno Vasco. La colaboración es leal y fluida más allá de los aspavientos públicos.
–¿Teme que el PNV reabra en cualquier momento la caja de Pandora del derecho a decidir?
– Sinceramente no. Y si lo hace en medio de un guerra y cuando aún no nos hemos curado de la pandemia es que no está realizando una lectura acertada de la situación. El globalismo europeo estrecha el margen de maniobra de los independentismos y nacionalismos, y pienso que el PNV ha comprendido esa realidad.
«No es fácil pero no hay que descartar de saque un nuevo consenso sobre el autogobierno que ensanche el del 79»
–¿Hay mimbres para un nuevo consenso sobre el autogobierno que implique a EH Bildu y al PSE, lo que no fue posible en 1979?
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–No será fácil pero tampoco hay por qué descartar de saque un acuerdo que ensanche el consenso del 79. Las claves van a estar en la capacidad de comprensión del modo en que ha cambiado el mundo en estos 50 años. Las soberanías son compartidas, el poder se ha fragmentado y la Unión Europea lidera un sistema de valores basado en el bienestar de la sociedad en su conjunto, la igualdad y la autonomía de los individuos. Han sido 50 años en los que el ultranacionalismo mas sectario ha dejado en Euskadi muchas secuelas y un reguero de víctimas y mucho dolor. Si se hace una lectura correcta de los errores del pasado y de las oportunidades de futuro que nos brinda el autogobierno, quizás se pueda alcanzar un consenso amplio.
–Usted tiene una fluida relación con el mundo empresarial vasco. ¿Qué le transmiten?
–En algunos casos llevan lidiando tiempo con falta de suministros y alza de precios energéticos, y lógicamente en el corto plazo hay preocupación. Pero observo un gran compromiso por el mantenimiento del empleo, por la innovación como modo de ganar competitividad, con la oportunidad que se nos avecina con los fondos europeos. El empresariado vasco tiene capacidad de previsión y sabe poner las luces largas.
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–Esa imagen de Euskadi como locomotora industrial de España, ¿está en peligro ahora?
–Quizás el problema es que hayamos estado demasiado pendientes de la imagen. Hacemos muchas cosas bien, por eso tenemos un peso industrial sobre el PIB o una tasa de inversión de I+D+I tan elevadas, y una capacidad de exportación muy consolidada. Pero cuidado con creernos el obligo del mundo, padecemos una crisis demográfica muy seria y la autocomplacencia nunca es buena consejera.
«Proceso de una familia obrera y comprendo que determinados discursos parezcan elitistas y poco pegados a lo cotidiano»
–De hecho ha surgido Zedarriak, un foro de debate impulsado por empresarios que ha alertado del peligro de que Euskadi pierda gas económico...
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–Presumir de ser los mejores en todo es un arma de doble filo que puede volverse en contra y no es buen síntoma que cuando alguien ofrece una visión discrepante en tono constructivo se le despache con desprecio. Yo comparto muchas de las tesis de ese informe, no todas. Hay nubarrones a la hora de atraer talento. Somos un país pequeño y muy envejecido.
–También piden bajar los impuestos.
–No lo comparto, pero es un informe que hace más un diagnóstico que una batería de propuestas. El modelo social vasco funciona en la medida en que es capaz de recaudar y redistribuir riqueza.
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«Con diálogo, el Gobierno ha sido capaz de desinflamar Cataluña»
–¿Le parece que las instituciones vascas están siendo leales con el Estado en este contexto? ¿Cómo valora el papel del lehendakari con sus críticas a Sánchez por sentirse ninguneado?
– Siempre digo que hay una política del día a día, de las llamadas y las reuniones en tono colaborativo y hasta cordial, que es lo que yo vivo de manera ordinaria, y otra esfera que es la política declarativa. Los discursos públicos tienen poder performativo y por eso el nacionalismo mantiene en público un tono de enfado porque busca generar una insatisfacción, que es su alimento político. Con todo y con eso, me quedo con la normal cooperación entre ambos gobiernos en múltiples planos.
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La discordia territorial
– ¿Al Gobierno PSOE-Unidas Podemos se le termina la batería? La última encuesta del CIS, con una ventaja de solo tres puntos del PSOE al PP, es reveladora...
–El Gobierno está plenamente dedicado a la recuperación de este país tras la pandemia, y a dar cobertura social y económica a los colectivos que se están viendo afectados. El Gobierno maneja un plan transformador para España que las calamidades no han hecho sino reforzar. Estar pendientes de las encuestas a diario cuando aún resta la mitad del mandato no parece serio.
–¿Feijóo es un rival más peligroso que Casado para Sánchez?
–España no está en modo elecciones. Todo sondeo que pueda hacerse ahora puede ayudar a observar algunas tendencias, pero la ciudadanía está lógicamente pensando en otras cosas. El PP ha sufrido un cisma interno y está por ver si el eterno viaje al centro toma cuerpo o no de la mano de Feijóo. Por de pronto se han echado en manos de la ultraderecha en Castilla y León, y no parecen muy dispuestos a apoyar el paquete de medidas económicas para dar respuesta a las consecuencias de la guerra de Putin. Con esas credenciales es difícil disputar el voto moderado.
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–¿Le preocupa que la alianza de Castilla y León entre PP y Vox se extienda a Andalucía y al futuro Gobierno central?
– Preocupa y mucho en la medida en que los postulados ultras empiezan a manejar presupuestos públicos y tienen acceso al boletín oficial. Vox no ha querido entrar en gobiernos hasta ahora porque ha considerado que le resultaba más eficaz permanecer en la oposición haciendo discursos incendiarios, pero corre el riesgo de que su electorado se canse de esperar. Lo previsible es que el gobierno piloto de Castilla y León incube algunas de las políticas que la derecha añora para el conjunto de España, y eso es peligroso para la convivencia. Vox emplea un relato excluyente y reaccionario para con muchas minorías. La violencia de género, la homofobia, la xenofobia, la discordia territorial, son enfermedades sociales para las que desde la socialdemocracia llevamos años elaborando vacunas en forma de Estado de Bienestar y de las Autonomías. Pretender echar marcha atrás en las políticas de igualdad social, de género y de vertebración territorial significa darle fuego al país.
–Pero el mensaje de 'que viene el lobo' quizá no es ya suficiente. ¿Cómo se combate a la ultraderecha?
–Con gobiernos que atiendan lo urgente y lo importante. Vivimos en tiempos de zozobra y las políticas de protección social son imprescindibles para que no cunda el descrédito antisistema del que se nutren los populismos y los ultranacionalismos. El riesgo de normalizar el concurso de la ultraderecha en los gobiernos es que emplean recursos públicos para envenenar la convivencia.
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«En Euskadi conocemos bien las secuelas y el reguero de dolor del ultranacionalismo sectario en los últimos 50 años»
–El impacto económico de la guerra ha hecho saltar por los aires el relato de la recuperación...
–La guerra ha subrayado aún más si cabe lo que la pandemia nos demostró: que necesitamos más agenda europea y globalista y que sólo desde la concertación y la cogobernanza saldremos de esta. Sánchez trabaja con objetivos a largo para reposicionar España como un país con capacidades tecnoindustriales, pero sin perder de vista en latido diario de la sociedad española. Cuando el Gobierno anuncia un PERTE para la fabricación de microchips dotado con 11.000 millones de euros está mandando un mensaje nítido de confianza a esa industria que en muchos lugares de Europa está teniendo que parar por la escasez de semiconductores.
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–¿La inflación se puede llevar por delante a este Gobierno?
–La situación es muy compleja y la guerra en Ucrania ha encarecido los precios en medio mundo comprometiendo las cadenas de suministro. Si algo ha demostrado este Gobierno es capacidad para apretar los dientes y superar adversidades. Es importante no perder el rumbo y no dejarse llevar por los populismos que propugnan respuestas demagógicas y simples a problemas de una enorme complejidad. Los precios se moderarán pero mientras tanto hay diferentes líneas de ayuda directa para los colectivos más expuestos y vulnerables a esta inflación.
«Vox emplea un discurso excluyente y reaccionario para muchas minorías y eso es peligroso para la convivencia»
–¿Pero cómo puede explicar a la gente que sufre cada vez más los precios en el supermercado o en la gasolinera que la apuesta de este Gobierno es completar un ambicioso plan de transición energética y ecológica?
–Procedo de una familia obrera y de un barrio de trabajadores en Pasaia. Sé de lo que me habla. Comprendo que hablar de la agenda 2050 quede muy lejos para quien sufre en el presente, y que a veces ciertos discursos pueden parecer elitistas y poco pegados al terreno cotidiano. Creo honestamente que puede verse al Gobierno luchar con convicción para que nadie quede atrás. No se puede fiar todo a las transiciones ecológica y digital de los próximos lustros, por eso el presidente se remanga para proteger el empleo y revalorizar pensiones y salarios.
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