Joan Subirats
Subirats aboga por orientar la actuación pública hacia una mayor redistribución de la riqueza para luchar contra la desafección a la política
El catedrático Joan Subirats (Barcelona, 1951), fue ministro de Universidades en el segundo Gobierno de Pedro Sánchez y se le considera uno de los ideólogos ... de los Comunes en Cataluña. De vuelta a la Universidad tras su experiencia política ha visitado Donostia de la mano de la Universidad de Deusto para reflexionar sobre la pérdida de credibilidad de las democracias.
–¿Cuál es hoy la salud de la credibilidad democrática?
–Hay una situación de pérdida de confianza y de legitimidad de las democracias en todo el mundo y especialmente en Europa, en donde se fue consolidando durante muchos años un sistema de democracia liberal con lógicas redistributivas de poder muy significativas. Eso ahora está en cuestión. Se ha producido un deterioro de las condiciones de igualdad de la población. Hay crecimiento económico, pero no redunda en mejores condiciones de vida de mucha gente. Y hay una sensación de pérdida de la idea de que el esfuerzo se recompensa. Es decir, se duda que si los jóvenes se ponen a trabajar y a estudiar mucho luego tengan capacidad de llegar donde sea. Eso plantea un bloqueo social.
–¿Qué se puede hacer frente a esa desafección?
–La democracia no es solamente votar cada cuatro años y escoger a los dirigentes políticos del momento, sino generar unas promesas de igualdad y de dignidad para todos. Si no se cumplen esas promesas pues surge un deterioro. Si queremos recuperar el sentido transformador de la democracia hemos de recuperar también esa capacidad de mejorar las condiciones de vida de la gente. El artículo 9.2 de la Constitución Española lo recuerda muy bien. Es un artículo copiado de las constituciones de la posguerra europeas. Dice que los poderes públicos removerán los obstáculos que impidan que la libertad y la igualdad sean efectivas. Las políticas redistributivas han de reforzarse. Con impuestos, lógicamente, y con menos burocracia.
–Quizá el problema es que el sentido de la comunidad se ha debilitado...
–Sí, porque hay un proceso de individualización que se ha exacerbado en los últimos años. Los espacios naturales de comunidad que existían, las familias, el trabajo, los barrios, los espacios donde se construían vínculos y lazos han ido deteriorándose. Las familias son núcleos más pequeños, ha habido más fracturas de la estructura familiar, la gente se mueve más de sitio porque hay problemas para residir en el sitio donde se vivía antes. La gente se mueve más. Hay algún geógrafo que dice que somos más transitantes que habitantes.
«La izquierda tiene que centrarse en la mejora de las condiciones materiales de la gente»
–Incluso para las nuevas generaciones el trabajo ya no está en el centro de la vida.
–Hay un cierto deterioro también de esa idea de que el trabajo es un trabajo para toda la vida. Antes había muchas continuidades vitales y ahora hay muchas discontinuidades vitales.
–¿Pérdida de anclajes?
–Sí, y de vínculos. Y eso genera un poco la idea de sálvese quien pueda, cada uno a lo suyo. Y luego también incluso las formas de comunicación, los teléfonos, los móviles, es una relación muy individual…
La 'policrisis'
–En este contexto pescan políticamente las ideologías más extremistas...
–Sí, hay una mezcla de autoritarismo dictatorial y de tecnocratismo. Sufrimos una crisis, digamos, demográfica, porque vivimos más años, pero no nacen niños y necesitamos inmigrantes. Entonces los inmigrantes generan lógicas de conflicto de identidad. Toda esa mezcla, que algunos llaman 'policrisis', que es un concepto de combinación de crisis, hace que sea cada vez más difícil saber cómo orientarte en este tema. Y ahí es donde yo creo que surge la gente que tiene soluciones simples y autoritarias a problemas complejos.
–En esa contrarreforma, ¿qué puede hacer la izquierda? ¿Algo habrá hecho mal, no?
–Hay una crítica que se hace de que en los últimos años ha habido una dedicación excesiva a los temas de identidad, género, diversidad, elementos de reconocimiento de lo que es cada individuo en su especificidad. Y que eso ha apartado a los sectores más progresistas de aquello que es realmente importante, que es lo material, las condiciones materiales de vida. Si llego a final de mes o no llego a final de mes, si puedo pagarme el médico o no puedo pagarme el médico, si puedo comprar alimentos que sean saludables o solamente puedo comprar lo más accesible. La lucha por la igualdad no tiene por qué ser incompatible con el reconocimiento de la diversidad. Lo contrario de la igualdad es la desigualdad y lo contrario de la diversidad es la homogeneidad. Me gusta mucho la frase del nuevo candidato demócrata en Nueva York, de Mamdani, que ha propuesto guarderías gratuitas, transporte gratuito y alimentación accesible, básica, también con condiciones de mercado accesibles para todo el mundo. No puede ser es que haya trabajadores que no lleguen a final de mes. Me acuerdo que el primer salario que tuve eran 15.000 pesetas y alquilé un apartamento cuando me fui de mi casa a los 25-26 años y pagaba 5.000 pesetas. Era un 30% de mi salario. Esto ahora es impensable. No podemos permitirnos estar en el furgón de cola en el índice de emancipación de los jóvenes.
«No puede ser que haya trabajadores que no lleguen con sus salarios a finales de mes»
–Usted ha sido miembro del Consejo de Ministros. ¿Cree que Pedro Sánchez en su manual de resistencia tiene gasolina para aguantar la legislatura?
–Creo que sí resistirá hasta el final. Conozco el temple y el espíritu que le anima a seguir porque él está convencido de que las políticas que está haciendo su Gobierno por la igualdad y la dignidad de las personas son las que convienen al país y porque la alternativa en torno a la extrema derecha es muy preocupante. Eso en en buena parte anima a los otros partidos que mantienen la coalición a seguir.
–Pero Podemos se ha colocado claramente fuera de ese bloque...
–Cada uno tendrá que asumir las consecuencias de sus actos. Yo me acuerdo muy bien que en la toma de posesión de esta legislatura algunos de los que después avalaron la candidatura de Sánchez dijeron que apoyaban esa candidatura porque la alternativa era mucho peor. Y es así. Lo hemos visto con la demonización de Pedro Sánchez desde el minuto cero, porque consideran que la mayoría parlamentaria que le apoyó es ilegítima y se han dedicado a bombardearla todos los días.
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