Conceden los primeros permisos desde la vía Nanclares a dos presos de ETA arrepentidos
El juez de Vigilancia Penitenciaria autoriza las salidas de Urko Labeaga y Emilio Salaberria al dar por acreditado que están en el camino de resocializarse
La situación carcelaria de los presos vinculados en el pasado a la actividad terrorista de ETA se mueve. Lentamente y con mucho tiento por ... parte del Ministerio de Interior y de la justicia, pero se mueve. El titular de Vigilancia Penitenciaria de la Audiencia Nacional, José Luis Castro, rubricó ayer dos autos por los que autoriza sendos permisos de tres y cuatro días de libertad para los reclusos Emilio Salaberria Etxebeste, condenado a 20 años por colaborar con el comando Donosti, y Urko Labeaga García, al que se le impusieron 25 por pertenencia al Bizkaia y estragos tras ser detenido al explotarle la bomba que manipulaba. En las resoluciones, a las que ha tenido acceso DV, el magistrado da por acreditado el arrepentimiento de los internos y su apuesta por la resocialización a la luz de los escritos remitidos por ambos a las juntas de tratamiento de la cárcel cántabra de El Dueso y la asturiana de Villabona. Las fuentes judiciales consultadas confirman que se trata de las primeras licencias otorgadas a etarras desde la vía Nanclares y bajo el Gobierno de Pedro Sánchez.
Los autos del magistrado Castro
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Emilio Salaberria Etxebeste
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Condena 20 años por colaboración con el comando Donosti. La cumple en El Dueso (Cantabria)
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Situación Está en segundo grado. La junta de tratamiento avala su permiso, la Fiscalía no.
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Urko Labeaga García
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Condena 25 años por su relación con el Bizkaia. Le explotó una bomba. Interno en Villabona (Asturias)
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Situación En segundo grado. Se desmarcó de ETA hace una década y el fiscal apoya la licencia.
Un puñado de presos identificados con la ortodoxia del EPPK ha accedido a permisos a raíz del desmantelamiento de la organización terrorista, pero se trata de condenados por integración en grupos como Segi o de perfiles con penas menores. No es el caso de Emilio Salaberria Etxebeste y de Urko Labeaga García, que ingresaron en prisión por delitos más gravosos, con castigos más elevados y con lazos más estrechos con la banda. Ambos han acabado desmarcándose de las directrices 'oficiales' en las cárceles, un desmarque paulatino de la violencia y de sus líneas de actuación que Labeaga emprendió hace una década cuando coincidió en Villabona, donde continúa recluido hoy, con dirigentes críticos como José Luis Álvarez Santacristina 'Txelis' y Kepa Pikabea. Este último acabó erigiéndose en uno de los referentes de Nanclares.
Fiscalía, sí y no
La Ley Orgánica General Penitenciaria y el Reglamento que la desarrolla amparan la concesión de permisos a aquellos presos que ya están calificados en segundo grado, un estadio vedado durante décadas para los activistas de la banda y en el que ya se encuentran Emilio Salaberria Etxebeste y Urko Labeaga García. Sus respectivas juntas de tratamiento informaron favorablemente para que se les otorgaran las jornadas en libertad, con una salvedad: la Fiscalía apoyó el recurso de Labeaga, pero no hizo lo propio con el de Salaberria. Éste remitió el 3 de junio un escrito a sus evaluadores en el que reconoce «el daño causado» a las víctimas y expresa su «compromiso con la superación definitiva de las consecuencias del conflicto y la no repetición». «Quiero dejar claro que renuncio al método utilizado en el pasado para la consecución de cualquier objetivo», escribe el preso, que reivindica que «gracias a mi posición y la de otras muchas personas» en favor del fin de ETA «la organización ya no existe».
«Lamento profundamente el daño causado (...).Y de la manera más sincera, mi respeto a las víctimas»
La historia de rehabilitación de Urko Labeaga García aparece más detallada. El interno «quebrantó las prohibiciones del EPPK» al solicitar tareas remuneradas de limpieza y de auxiliar de biblioteca en sus módulos carcelarios. Y en su escrito, se muestra explícito al asumir los delitos por los que fue condenado, su arrepentimiento por los mismos y su determinación de avanzar hacia una vida en libertad siguiendo el recorrido penitenciario-penal previsto en la ley. «Lamento profundamente el daño causado y reconozco mi responsabilidad en ese dolor. Lo siento de veras, y de la manera más sincera muestro mi respeto y empatía a víctimas y damnificados», deja redactado.
En un tono distinto al empleado por Emilio Salaberria Etxebeste, Urko Labeaga García también subraya sucontribución, desde la privación de libertad, a la disolución de ETA; a lo que añade su «compromiso» por «la reconciliación y la reparación». Los dos autos que firma el juez Castro describen la hoja de ruta que la legalidad exige a los presos etarras para poder beneficiarse de las progresiones de grado y otras mejoras en la situación penitenciaria. Hace un año, las juntas de tratamiento y el magistrado rechazaron 80 peticiones de pase al segundo grado por «falta de arrepentimiento».
Movilización de Sare, a favor de los presos enfermos
Bajo el lema 'Presos gravemente enfermos a casa!', el colectivo Sare dio comienzo ayer a una dinámica movilizadora para poner fin a la «situación de vulneración de derechos que sufren los presos gravemente enfermos». Una ambulancia recorrerá más de 15 pueblos y comarcas de Euskadi, durante los próximos tres meses, organizando en cada zona movilizaciones. Están programadas manifestaciones, como será el caso de Basauri el 26 de octubre para reivindicar la excarcelación de Txus Martin, hasta marchas, performances y cadenas humanas.
En rueda de prensa celebrada ayer en Vitoria, Joseba Azkarraga y Bego Atxa denunciaron que «mucho tiempo después de que ETA tomara sus decisiones que desembocaron en su desaparición, la situación de los presos vascos puede enmarcarse en la de la excepcionalidad y el castigo como norma».
Censuraron que «una sociedad que se dice democrática no debería permitirse que el odio y la venganza de la cárcel como castigo sustituya a lo indicado en la propia legislación penitenciaria, y la reintegración del preso en la sociedad se sustituya por un camino, lento pero continuo, hacia la muerte para muchos de estos presos». «Las graves enfermedades, que un número importante de ellos padecen, son incompatibles con la cárcel», denunciaron Azkarraga y Atxa.
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