Como si fuera Rodrigo de Triana desde el palo más alto de la carabela, la ministra María Jesús Montero avistó a primera hora de ayer ... el deseado pico de la pandemia al pronosticar que a partir del 26-A regresábamos a una normalidad controlada. Poco duró la alegría. Horas después el Ministerio de Sanidad corrigió a la mismísima ministra portavoz, en un episodio de lamentable descoordinación. De nada vale programar diariamente todo un carrusel de intervenciones gubernamentales, si al final se tropieza/improvisa en un tema tan sensible como es el diseño del próximo proceso de desescalada. Todo un error de bulto. En Euskadi, el lehendakari Urkullu, que sigue gastando no más de 10 segundos en reproches, refuerza su papel institucional al abrirse a pactos de Estado, aunque se distancie de nomenclaturas con reminiscencias del pasado. Mientras, el PNV mantendrá hoy su apoyo a la prórroga, pero avisará al presidente de que no puede volver por el camino de la unilateralidad. De eso hablaron la pasada semana Sánchez y Ortuzar durante 45 minutos. Mucho tiempo. Buena señal. Y por último, ¿a quién se le ocurrió en Moncloa rescatar la metáfora del arca de Noé? Casado ya ha censurado la utilización del relato bíblico al recordar que se construyó antes del Diluvio Universal. Se veía venir. Ayer el arca fue de la confusión.
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