Alta tensión en la desescalada
El foco ·
Resulta cuando menos inaudito que el presidente Sánchez presentase el martes en sociedad su complejo programa de desescalada -que arranque con la fase 0 tiene ... su intríngulis- sin tan siquiera avanzar de manera telegráfica su contenido al lehendakari y al resto de los presidentes autonómicos que son, al fin y a la postre, quienes tienen que poner en marcha a pie de calle toda la batería de medidas para retornar a la denominada 'nueva normalidad'.
¿El presidente ha tenido un nuevo olvido? ¿O quiere ejercer hasta sus últimas consecuencias el mando único, aunque incomode a propios y extraños? La realidad es que el lehendakari Urkullu, que sigue verbalizando su malestar por la ausencia de bilateralidad con la que el Gobierno de coalición PSOE-Podemos ejecuta los estados de alarma, ascendió un peldaño más en su censura al presidente al trasladarle su más enérgico rechazo por la sorprendente falta de colaboración institucional a la hora de poner en marcha decisiones que se van corrigiendo y complementando según pasan los días con una alarmante sensación de improvisación.
La enmienda a la totalidad que Urkullu presentó ayer tarde al estado de alarma de Sánchez eleva la tensión entre ambos mandatarios y debe hacer repensar al Gobierno central sobre los contestados procedimientos con los que está desplegando sus iniciativas. Resucitar un modelo de Estado provincial para desescalar por parte de quien hace pocas fechas defendía la plurinacionalidad de España es cuando menos incoherente.
Sánchez deberá estar atento para no precipitarse al vacío en el caso de que no logre aprobar en el Congreso una nueva prórroga del estado de alarma. Al PNV, su socio preferente, se le está acabando la paciencia.
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