Alonso se reconcilia con Casado

La visita del presidente del PP a Euskadi, justo cuando se cumple un año de su decisión de presentarse al congreso nacional que le auparía a liderar la formación, venía aderezada por la tormenta que se desató a principios de semana tras la decisión de la dirección del partido de abrir un expediente informativo al juntero guipuzcoano Juan Carlos Cano –aunque después dejaron entrever que estudiarían archivarlo– por votar a favor de conceder la presidencia de la comisión de Derechos Humanos a EH Bildu.

Este gesto de Madrid fue duramente criticado, incluso públicamente, por los populares vascos, y abría una nueva brecha entre Euskadi y Génova. Lo hacía apenas un mes después de que ambas partes limaran asperezas en unas jornadas en San Sebastián. Era el primer viaje de Casado al País Vasco después de las últimas elecciones y, sobre todo, tras el anuncio de Alfonso Alonso de convocar una convención extraordinaria para buscar un perfil propio que les permita distanciarse de la organización nacional y de su discurso «derechizado». Pese a los recelos iniciales de Madrid, la prueba de que el líder del PP daba su visto bueno al camino que pretenden emprender sus compañeros en Euskadi fue su decisión de aceptar asistir como invitado a dicha convención, que se celebrará a mediados de septiembre en la capital guipuzcoana.

La Escuela Miguel Ángel Blanco que se celebra este fin de semana en el Museo Artium –finaliza hoy– tiene por objetivo recordar y homenajear al joven edil de Ermua cuando se cumplen 22 años de su secuestro y posterior asesinado a manos de ETA. Pero también tiene una lectura política. El desembarco de la cúpula y los principales cargos institucionales del partido busca, de alguna forma, sanar heridas –al menos, por ahora–, entre Madrid y Euskadi. Y así lo escenificaron sus principales líderes. Acudieron, entre otros muchos, Andrea Levy, Cuca Gamarra, José Luis Martínez-Almeida, Jorge Azcón, alcaldes ambos de Madrid y Zaragoza, respectivamente, y los vascos Amaya Fernández e Iñaki Oyarzábal.

A pocos días del debate de investidura, Pablo Casado y Alfonso Alonso cruzaron palabras a favor de la unidad. «Pablo es vasco de corazón, porque dio el paso cuando asesinaron a Miguel Ángel Blanco», arrancó el líder de los populares en Euskadi, confirmando que el hacha de guerra quedaba enterrada. Ante la «amenaza» que, prosiguió, «nos viene encima la semana que viene –en alusión a la investidura, en la que ya dan casi por hecho un acuerdo entre PSOE y Unidas Podemos–, su papel es fundamental».

Alonso defendió los fueros y el Concierto Económico vasco. También lo hizo Casado: «la foralidad se reconoce en nuestra Constitución, no están en conflicto», remarcó el presidente del PP. No desaprovechó su viaje Casado. Cargó contra quienes consideran que «para ser vasco de verdad hay que ser nacionalista» y ya de paso, lanzó un dardo envenenado al PNV. «Todavía presumen de ser fieles a la palabra dada, pero una semana después de apoyar los Presupuestos del PP, apoyaron la moción de censura contra Rajoy», les reprochó.

Tanto Casado como Alonso defendieron la necesidad de «ir juntos». «El PP vasco sigue siendo una parte muy importante de nuestro proyecto. Sin confundir singularidad con desmarque», expresó el presidente de los populares. «Tenemos un proyecto de largo alcance y todos contáis conmigo», apostilló.