La memoria como bandera
La humanidad e institucionalidad del acto de Gernika se han visto desenfocadas por los prejuicios
Gernika fue el escenario de una reparación histórica cargada de humanidad. La del presidente alemán mostrando empatía con las víctimas del bombardeo de Gernika. Hay ... fotos que sirven para la concordia. La paradoja es que, junto a esta imagen, se proyectaron algunos mensajes más divisivos que integradores. El jeltzale Aitor Esteban lamentó que el rey Felipe VI viniera solo como «acompañante» al homenaje, describió a la Monarquía parlamentaria como heredera del franquismo y le afeó por no hacer un gesto de perdón. Una vieja idea, de que España es responsable de aquella atrocidad de la Legión Cóndor, cuando cualquiera con una mínima noción de historia sabe que el Estado español legítimo en 1937 era el de la Segunda República contra el que se sublevó una parte del Ejército. El nacionalista Manuel de Irujo era ministro en el Gobierno de la República que encargó a Picasso el cuadro para dar denunciar aquella barbarie ante el mundo.
Presentar la Guerra Civil como un conflicto entre España y Euskadi responde a un mito construido eficazmente pero es muy cuestionado por los historiadores. Hubo vascos y navarros que también secundaron a los sublevados. Situar la Monarquía parlamentaria –que, además, fue sancionada por la Constitución– como la herencia de Franco parece asumir el discurso impugnatorio histórico de la izquierda abertzale de toda la Transición. A veces da la impresión de que, 43 años después del referéndun constitucional, se intenta reescribir la historia ante la fuerza del relato y el empuje social del mundo radical como si este último hubiera acertado en su estrategia frente a la de todos los demás.
Que EH Bildu explote ese registro emocional puede parecer continuista respecto a una épica antisistema ahora que ha desaparecido un terrorismo al que dio cobertura durante años. Lo desconcertante es que desde el nacionalismo posibilista que ha gestionado el autogobierno vasco – hijo de la Constitución que hizo posible el Concierto Económico– se alimente esa retórica. Es un movimiento que puede inducir a la confusión porque asume en la práctica el marco idelógico de la izquierda rupturista.
La cuestión es si una jornada como la de de este viernes, que debía estar marcada por el respeto a la institucionalidad, era el momento más adecuado y oportuno para plantear esta reflexión. Claro que es necesario cerrar heridas. Y que para sanarlas primero hay que limpiarlas. Lo más importante de ayer es que fue un emocionante homenaje a los supervivientes del bombardeo. Ojalá sirva para que este loable objetivo de reconocer su dolor y repararlo no se haya quedado a medio camino.
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