Candados de papel
La ambivalente cumbre Sánchez-Pradales permite mantener el relato de la negociación pese a que no hay resultados de peso
La cumbre entre el lehendakari Pradales y el presidente Sánchez para impulsar la culminación del Estatuto de Gernika ha ofrecido un balance ambiguo en el ... que, aunque se ha valorado los avances en el autogobierno, se reconoce que no se han logrado los objetivos trazados. Se abre «el candado» del proceso del traspaso del régimen económico de la Seguridad Social, decía el lehendakari, aunque, a la vez, Pradales llamaba a Sánchez a que «ponga orden» en su Ejecutivo para superar los escollos centralistas. El aviso constituye un evidente jarro de agua fría para quienes habían generado más expectativas que no se han cumplido.
El 'pleno y leal' desarrollo del Estatuto tropieza con unos recelos profundos que forman parte de la propia naturaleza del Estado constitucional. Resulta una paradoja que se apueste por un modelo plurinacional para España cuando ni siquiera parece viable que se complete un paquete de los compromisos pactados para cumplir la ley orgánica de 1979. Este balance ambivalente permite a Pradales mantener el relato de la exigencia al Estado mientras a Sánchez le garantiza su apoyo crítico, pieza clave en la estrategia para modular el modelo territorial sin la amenaza de las rupturas, pero que choca con una retórica hiperventilada de la derecha, que ve en cualquier movimiento una apuesta por la destrucción y disgregación territorial de la unidad española. La complicidad entre Pradales y el president Illa, del PSC, se antoja decisiva para el tiempo que se avecina.
Las aguas del PP bajan revueltas. La investigación al exministro Cristóbal Montoro y a su equipo del Ministerio de Hacienda por parte de un juez de Tarragona abre una espectacular vía de agua en la estrategia de oposición radical y en tromba aplicada por Alberto Núñez Feijóo. El líder del PP ha señalado, tras conocer la noticia, que no va a criticar ni a la «persecución de los jueces». Trata así de diferenciarse de la reacción de Sánchez tras el caso Cerdán, pero es evidente que la gravedad de las acusaciones lanzadas introduce una variable en el inflamado debate que cambia el decorado y mete a nuevos personajes en el guion. El PP ve desbaratado su discurso de colocar al PSOE en el único epicentro de la corrupción. Los socialistas fueron tajantes en reaccionar al aparecer los indicios contra Santos Cerdán y exigieron el escaño a Ábalos. Eso sí, sigue sin entenderse por qué tras retirarle la confianza como ministro de Fomento y secretario de Organización del PSOE, Ábalos fue de nuevo candidato a diputado en la Comunidad valenciana.
Resulta una paradoja que cueste tanto completar el Estatuto y a la vez imaginemos un país plurinacional
Pero el foco está ahora puesto sobre Montoro y el escándalo de la 'alta delincuencia' que se presume detrás de este asunto. Además ha destapado una 'guerra sucia' en el seno de la derecha con numerosos ajustes de cuentas pendientes. Los socialistas reciben esta investigación, y todo este ruido de fondo, como una valiosa munición de contraataque en el partido agónico que libran con el centroderecha y en la que el PP ha puesto en marcha un imaginario ligado a la prostitución con el que quiere laminar la reputación del PSOE, sobre todo en el electorado de las mujeres. Sin embargo, los movimientos políticos circulan a una elevada velocidad. Tras el pleno sobre la corrupción, que permitió a Sánchez salvar la cabeza y contar con un menguante apoyo de sus socios, la investigación sobre Montoro obliga a los populares a salir de la burbuja de arrogancia y de triunfalismo. Es evidente que las acusaciones contra Montoro no restan ni un ápice a la gravedad de la trama Koldo-Ábalos-Cerdán.
La semana se ha completado con nuevos episodios que ilustran lo embarrado que está el campo de juego europeo. Que el representante de la Comisión Europea señale que la ley de amnistía no responde «al interés general de España» supone un varapalo para la estrategia del presidente. El aplazamiento de la cuestión de la cooficialidad del catalán, euskera y gallego en las instituciones de la Unión ponen de manifiesto la batalla de poder que se disputa en el seno de Europa. El PP ha movido sus piezas para impedir este reconocimiento, persuadido de que esta derrota diplomática de la causa plurilingüística es un torpedo a la línea de flotación de la relación entre el Gobierno y los nacionalistas vascos y catalanes. Puede ocurrir todo lo contrario, que la hostilidad manifiesta del PP hacia el reconocimiento formal de las otras lenguas oficiales alimente una fractura política y emocional que, tarde o temprano, pasará su alargada factura. Y si no, al tiempo. Mientras tanto, Vox sigue disparado en las encuestas. El PP tiene un serio agujero con este emergente espacio de la extrema derecha que no va a despejar con la retórica antisanchista más exagerada.
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