La baza de la ley y el orden
La baza del orden y la leyA EHBildu se le abre un flanco vulnerable en su apuesta por convertirse en una alternativa seria de poder
Los incidentes en Azpeitia y en Vitoria han desbordado el vaso del verano festivo y dibujan algunas imágenes que pensábamos que formaban parte del pasado. ... De un pasado triste que afortunadamente hemos superado y que no va a volver. Salvo que se produzca un giro espectacular en el guion previsto. No somos una isla respecto al entorno pero tampoco caigamos en la exageración permanente.
Pensar que la historia –la vuelta de la violencia– se repite es una simplificación absurda y una afrenta a quienes sufrieron de verdad la presión del terrorismo. Comparar la actual conflictividad con la capacidad destructiva de ETA es injusto y no responde al principio de realidad. Eso no quiere decir que lo que está ocurriendo no sea realmente inquietante. Lo es. EH Bildu vuelve a hablar de 'mod elo policial' y de comportamientos autoritarios en la Ertzaintza «lejos de los principios democráticos» en un viaje hacia atrás y una vuelta a los mantras del tópico. Negarse a condenar los ataques –hay ertzainas heridos– es flirtear con los equívocos y una grave equivocación estratégica. La apuesta por la convivencia exige respeto a las reglas de juego. La Policía hace su trabajo. Y una Policía democrática, aquí y en cualquier lugar, hace una labor ingrata, que es impopular. Y si hay excesos, tienen que corregirse y depurarse responsabilidades. Es de primero de democracia.
La derivada política más correosa de este culebrón de verano encierra factores contradictorios. EH Bildu critica a saco a la Ertzaintza, la pinta casi como una policía «autoritaria», se mete en un bucle sobre el origen de los incidentes y plantea su tácita deslegitimación social en el seno de la sociedad. ¿Quién provocó a quien? ¿Quién fue el primero, el que encendió la cerilla al barril de pólvora? La coalición ha desaprovechado una oportunidad formidable para situarse en el 'centro' del tablero porque siente que una parte de su propio entorno –militante o no– se siente desubicado e interpelado por el mundo de GKS, sobre todo entre los jóvenes. Paradójicamente, GKSsale reforzado en esta historia como referente de un activismo juvenil antistema. Las juventudes de Sortu nos hablan en las redes de su campaña contra los 'zipaios' –eso sí que es arqueología industrial en el lenguaje–. Los jóvenes comunistas han denunciado el 'veto' en las txosnas de Vitoria. Los incidentes del jueves les permiten un fuerte espaldarazo publicitario a su protagonismo como referente antisistema en detrimento de Ernai y herederos de la llama del auténtico rupturismo revolucionario. Enfrente, late esa izquierda abertzale que ahora pisa las moquetas del poder y se encuentra encantada de verse en el machito de las instituciones. Ese es el otro pulso que subyace en este asunto.
GKS sale reforzado en su pulso por el activismo juvenil más rupturista con la izquierda abertzale
Hay varios debates que se entrecruzan en este regreso a la permanente adolescencia. El primero es aceptar la legitimidad de la Policía vasca para intervenir sin ningún género de dudas. Solo a partir de asumir los principios se puede admitir un debate sobre la proporcionalidad de los medios para garantizar la eficacia. En esta proporcionalidad, en el medio está la virtud. Para eso hay profesionales de la seguridad.
El PNV tiene la narrativa en bandeja en un contexto convulso, con Bildu pisándole los talones. La bandera de 'la ley y el orden' siempre es rentable. Y más en estos tiempos de incertidumbre en los que las certezas, aunque sea de uniforme, 'venden' en el supermercado de las emociones y los equívocos semánticos del pasado. A EH Bildu se le abre un flanco vulnerable en su apuesta por afianzarse como una alternativa seria de poder. Con los empresarios se han puesto la americana de la imagen, pero ante la Ertzaintza sienten un enorme complejo para 'moverse' en la foto y salir del tópico. Su temor a la desafección de los jóvenes hace estragos.
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