El PNV, referente del nacionalismo pactista
Cuando firme el acuerdo presupuestario con el Gobierno de Rajoy, el PNV habrá conseguido gobernar y pactar al mismo tiempo con prácticamente la totalidad del arco parlamentario, tanto a su izquierda como a su derecha
MIGUEL VILLAMERIEL
Martes, 2 de mayo 2017, 07:06
El PNV está a punto de completar la cuadratura del círculo para cualquier partido que se define como pactista: cuando firme el acuerdo presupuestario con el Gobierno de Rajoy habrá conseguido gobernar y pactar al mismo tiempo con prácticamente la totalidad del arco parlamentario, tanto a su izquierda como a su derecha. El partido presidido por Andoni Ortuzar cogobierna con el PSE en el Gobierno Vasco, las diputaciones forales y los ayuntamientos de las tres capitales de la CAV; participa también en el Gobierno de Navarra a través de la coalición Geroa Bai, en un Ejecutivo que recibe el respaldo parlamentario de formaciones como EH Bildu y Podemos; y, además, se va a convertir en uno de los socios presupuestarios del Gobierno del PP en Madrid, junto a otros partidos como Ciudadanos. ¿Quién da más?
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La formación jeltzale nunca ha renegado de su papel de partido bisagra en el Congreso, y el actual contexto político le ha permitido convertirse en la principal referencia del nacionalismo pactista, una posición por la que históricamente ha mantenido una pugna soterrada con la antigua Convèrgencia. Pero el actual PDeCAT se ha autodescartado de esa función al optar por la vía soberanista, lo que ha realzado las posibilidades del PNV en esta negociación presupuestaria con el Gobierno. Un acuerdo que no ha estado exento de tensiones dentro del partido por la dificultad de explicar un pacto con un Ejecutivo que apenas prestó atención a la «agenda vasca» del PNV y del lehendakari Urkullu durante la legislatura de la mayoría absoluta, pero que al final se llevará a cabo al considerarse «un muy buen acuerdo para Euskadi».
Ese ha sido siempre el objetivo del PNV cuando ha hecho valer sus diputados en el Congreso para decantar la balanza a favor del Gobierno de turno. El acuerdo con el PP no es el primero de su historia, ya que ambos partidos ya pactaron hace dos décadas, en 1996, para respaldar la investidura de José María Aznar. Una relación que tampoco tuvo mucho recorrido, porque el PP y el partido entonces liderado por Xabier Arzalluz no tardaron en separar sus caminos. En aquel acuerdo de investidura también participó la CiU de Jordi Pujol, con lo que Aznar llegó a la presidencia con el respaldo expreso de los dos grandes referentes del nacionalismo pactista en el Estado.
La función de bisagra de los jeltzales volvió a su máxima expresión en el final del mandato del socialista José Luis Rodríguez Zapatero, que requirió del PNV en 2010 para aprobar los Presupuestos, en aquella etapa de «geometría variable». Antes se había apoyado en CiU, pero esa colaboración se fue al traste después de que Zapatero fuera incapaz de mantener su palabra de que respetaría el Estatut que aprobasen las instituciones catalanas. El posterior 'cepillado' de esta norma y los recursos ante el Tribunal Constitucional rompieron la colaboración que habían mantenido los socialistas y los convergentes, que entonces ya estaban liderados por Artur Mas.
Posición de fuerza
Fue ahí, en 2010, donde emergió de nuevo la figura del PNV como socio preferente del Gobierno de Zapatero para aprobar las cuentas de 2011. El grupo jeltzale, entonces liderado por Josu Erkoreka, llevó el grueso de una negociación ventajosa para Euskadi que se cifró en 470 millones de euros, pero que incluyó también el compromiso de un nuevo pacto fiscal y un calendario para completar las transferencias pendientes del Estatuto. Los últimos flecos del acuerdo los cerraron personalmente Zapatero y el entonces presidente del EBB, Iñigo Urkullu, hoy lehendakari. El problema para el PNV fue que el adelanto electoral al que se vio obligado el presidente del Gobierno a causa de la crisis económica no permitió culminar todos los aspectos firmados en aquel pacto presupuestario.
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La victoria por mayoría absoluta del PP en las elecciones de 2011 redujo al mínimo las expectativas del PNV de influir con sus votos en el Congreso, lo que se dejó notar también en la fría relación del Gobierno central con las instituciones vascas. Sin embargo, la repetición electoral que se celebró en 2016 concedió a los jeltzales una posición muy favorable, ya que sus cinco diputados son claves para que el Gobierno de Rajoy roce la mayoría absoluta junto a partidos como Ciudadanos o Coalición Canaria.
«Era nuestra oportunidad y la teníamos que aprovechar para lograr un pacto beneficioso para Euskadi», destacan fuentes del EBB, que recuerdan que esa posición ventajosa puede cambiar en los próximos meses, en función de cómo se resuelva la pugna interna que mantiene en estos momentos el PSOE.
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Una variante del pacto con el PNV que preocupa al Gobierno de Rajoy es la reacción que provocará el acuerdo sobre el Cupo vasco en otras comunidades autónomas, en un momento en el que el debate sobre la financiación autonómica levanta ampollas. Habrá que ver, por ejemplo, cómo asumen el acuerdo del Cupo los nacionalistas catalanes de PDeCAT, que en otro tiempo fueron muleta de gobiernos del PP y el PSOE y que aprovecharon su momento, pero que ahora se han quedado fuera de plano. Y que, además, siempre han mirado con suspicacia cualquier acuerdo sobre el Cupo que pudiera resultar beneficioso para Euskadi.
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