Mafalda continúa sin entender el mundo
Su autor la mató en 1973 pero sigue más contestataria que nunca. Un documental sobre Quino, una serie de Netflix y la edición de sus tiras en EE UU celebran a la niña respondona
Mafalda ve a su madre deslomarse en las tareas domésticas. Y pregunta: «Mamá, ¿la capacidad para triunfar o fracasar en la vida... es hereditaria?». La ... viñeta pertenece al séptimo tomo rectangular editado por Esther Tusquets en Lumen, una colección que cuando salió en España en 1970 llevaba una obligada etiqueta: «Para lectores adultos». Mafalda no faltó en ningún hogar con inquietudes culturales durante la Transición. La criatura creada por el argentino Joaquín Lavado, alias Quino (1932-2020), se interrogaba sobre el mundo y descolocaba a los adultos con sus reflexiones. Su autor, que dejó de dibujarla en 1973, se había inspirado en su abuela Teté, una andaluza comunista y bajita de rompe y rasga.
Mafalda nunca se ha ido de las librerías, pero de pronto vuelve a estar de moda. El 20 de junio llega a los cines y una semana después a Filmin 'Quinografía', un documental sobre el dibujante que contiene su última entrevista, concedida en 2014, cuando estaba perdiendo la vista y había regresado a su Mendoza natal, en la frontera con Chile, para pasar sus últimos años. Apenas conocida en Estados Unidos, Mafalda se lanza estos días de polarización y clima prebélico en cinco volúmenes de la mano de la editorial Elsewhere. «Es como Charlie Brown con socialismo», define el dibujante Liniers en el 'New York Times'. Por su parte, Netflix estrenará a comienzos del año próximo una serie animada de Juan José Campanella, el director de 'El hijo de la novia' y 'El secreto de sus ojos' (hubo otra serie sobre Mafalda en los 70 y una película en 1982).
El jurado que en 2014 concedió a Quino el Premio Príncipe de Asturias de Comunicación acertó a definir a una niña «inteligente, irónica, inconformista, contestataria y sensible, que sueña con un mundo más digno, justo y respetuoso con los derechos humanos». 'Quinografía' empieza con la foto escolar de Joaquín Lavado y sus notas, entre las que no sobresalía en dibujo. Su familia hace inventario y encuentra fotografías del castillo de Fuengirola (Málaga). De allí emigraron sus padres y recalaron en Mendoza, donde Quino se crió entre españoles, italianos, sirios y libaneses.
Aquella familia republicana inoculó al niño las discusiones políticas. Quino fue un chaval solitario que no jugaba con sus hermanos porque eran mayores que él. Huérfano a los 15 años, queda fascinado por un tío suyo publicista que le entretiene con sus dibujos. Tiene claro que se ganará la vida con el lápiz y el papel.
Mafalda nace en 1964 en el semanario 'Primera plana' después de una campaña publicitaria de electrodomésticos que no se realizó. Un editor se lanza a recopilar las historietas en un libro y los 5.000 ejemplares se agotan en dos días. Primero conocemos a la insolente niña con sus padres, empleado en una compañía de seguros y ama de casa. Después, Quino va sumando personajes: su hermanito Guille, que come tierra de las macetas y está enamorado de Brigitte Bardot; el soñador Felipe, que no entiende nunca lo que pasa; Manolito, bruto, directo, sin filtros, con una fe ciega en la economía; la egocéntrica Susanita, que solo quiere casarse y medrar socialmente; la mascota, una tortuga llamada... Burocracia.
El palito de abollar ideologías
Tal como afirma Joan Manuel Serrat en el documental, Mafalda se ha convertido «en un referente cultural de un mundo cierto y cotidiano».«Todos los personajes de Quino siguen vivos en la memoria colectiva porque son a su vez la memoria de aquel tiempo que se transmite», alaba el cantautor, que fue amigo del dibujante.
Quino queda retratado en el filme de Mariano Donoso y Federico Cardone como un tipo sensible, vulnerable, atormentado y trágico. Un buen hombre alejado del simpático cuentachistes. Un ateo anticlerical que estudiaba la Biblia para descubrir sus contradicciones y muestras de crueldad, descubre su editor. Un artista que sufrió la censura y que después de 2.000 tiras dejó de dibujar a Mafalda porque le limitaba la creatividad.

«Si hubiera sido una niña de verdad, estaría entre los 30.000 desaparecidos de la Junta Militar», dijo en una ocasión. En febrero de 1976, poco antes del golpe de Estado de Videla, un grupo armado irrumpió en la casa de Quino y su mujer, Alicia Colombo, que salvaron su vida por estar de viaje. Querían vengarse por un chiste en el que Mafalda enseña la porra de un guardia a Miguelito y le dice: «¿Ves? Este es el palito de abollar ideologías?». El Servicio de Inteligencia empapeló Buenos Aires con la réplica: un dibujo con Manolito y la frase «gracias a este palito puedes ir tranquilo a la escuela». Cuando los militares asesinaron a cinco sacerdotes palotinos en una parroquia de Buenos Aires dejaron sobre el cadáver el póster de Mafalda con el palito de abollar ideologías.

Quino vivió su exilio en Milán y Madrid junto a su inseparable Alicia, una doctora en Química que dejó su trabajo en la Comisión de Energía Atómica para ser representante de su marido, un inútil en las labores cotidianas. Gracias a ella Mafalda se publicó en todo el mundo. No tuvieron hijos «para no traer más locos a este manicomio». El humorista era tan tímido como Felipe con las chicas, «pero veías en esos ojitos que estaban ocurriendo cosas», apostilla en el filme Jorge Valdano. A su regreso a Mendoza, Quino miró por la ventana y recuperó la luz de cuando era chico.
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