Un hombre de empresa
Ardanza tenía predisposición para asumir responsabilidades y capacidad para la motivación, la escucha y la reflexión colectiva
Xabier Iturbe
Presidente de Euskaltel
Lunes, 15 de abril 2024, 07:11
Hace unos días nos sacudía la noticia del fallecimiento del lehendakari Ardanza. En la memoria colectiva, un político valiente, con una labor difícil en una ... época convulsa y, aún así, siempre en busca del consenso acompañado de una voluntad firme. No todo el mundo que lo recuerda como lehendakari conoce la vocación empresarial de un hombre que no era político profesional pero que, debido a sus destacadas cualidades para ello, su sentido del deber y su compromiso con el país, jugó un papel clave en Euskadi.
José Antonio era un hombre de empresa, pero de empresa con mayúsculas, en el más amplio y genérico sentido de la palabra. Así, se enfrentaba a cualquier reto u objetivo con tenacidad y voluntad inquebrantables por muy difícil que fuera. Y no fue un reto menor tomar las riendas de Euskaltel, en 1999, cuando la compañía era tan solo una promesa. El lehendakari del consenso fue un presidente que dejó una gran impronta en los años en los que estuvo al frente de Euskaltel. Y es que Ardanza reunía todas las capacidades necesarias en un líder empresarial: en los años que compartí con él, fui testigo de su predisposición para asumir responsabilidades; su capacidad para motivar a las personas; su tolerancia ante los errores o su capacidad de escucha y de reflexión colectiva.
En aquella época, la compañía naranja había nacido con la ilusión de hacerse un hueco en el mundo global de las telecomunicaciones. Pero existían enormes dificultades para el despliegue de la red y el sueño naranja corría el peligro de convertirse en una quimera.
Sin embargo, Ardanza consiguió en sus doce años como presidente de Euskaltel que el proyecto pasara de la promesa a la consolidación. Su serenidad, su capacidad de gestión y de abordar retos hicieron posible que la compañía que nació como proyecto de país se apuntalara como un operador a la vanguardia tecnológica de Europa.
Además, poco después de asumir la gestión de la empresa, irrumpía en la vida de todos y todas una de las enormes novedades del siglo XX: se universalizaba el uso del teléfono móvil; con todo lo que ello exigía afrontar para una compañía de telecomunicaciones recién nacida.
Cabe destacar que, en la época Ardanza, Euskaltel invirtió 1.300 millones de euros en su consolidación, lo que significa unos 100 millones de euros al año. Fueron muchos los hitos empresariales del lehendakari Ardanza a los mandos de Euskaltel: se llevó a cabo tanto el despliegue de red como la ansiada captación de clientes, se duplicó la inversión prevista tras la irrupción de la telefonía móvil y también fue una compañía pionera, al convertirse en el primer operador de red virtual completo y en la primera en ofrecer la convergencia de servicios (televisión, fijo, móvil…) tal y como los conocemos hoy.
La promesa se convertía así en realidad y Euskaltel se erigía en la primera compañía que suponía una alternativa real al operador dominante de la época y en la marca de telecomunicaciones líder en Euskadi.
Al brillante talante empresarial de José Antonio hay que sumarle su también brillante capacidad de gestión y consecución de consenso; una habilidad que supo manejar con maestría y prudencia. Me atrevo a decir que en los años en los que estuvo al mando de la compañía naranja, todas las decisiones del Consejo, con tantas sensibilidades diferentes, lograron tomarse por unanimidad. El Consejo de Euskaltel se caracterizaba en esta época por la cercanía, y es que Ardanza lo convirtió en un 'consejo familiar', tal y como coincidían en llamarlo varios de los consejeros y consejeras del momento.
No puedo olvidar tampoco que su gestión, su apuesta por la compañía y el gran esfuerzo inversor que hizo posible dieron igualmente otro fruto indiscutible, que fue el nacimiento del equipo ciclista Euskaltel-Euskadi y su consolidación como proyecto deportivo de país que ha marcado e identificado a varias generaciones de ciclistas y de aficionados al ciclismo en Euskadi.
Por todo ello, desde mi recuerdo como compañero, le dedico estas líneas como homenaje al lehendakari Ardanza, un gran hombre de empresa.
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