Durante una temporada, cuando viajaba a diario a Bilbao en el Cercanías, miraba con expresión soñadora los trenes que, desde Abando, iban a Madrid o ... a Barcelona. Representaban la tentación de escapar de la rutina, la posibilidad de vivir otra vida. Los alemanes tienen una palabra para nombrar el deseo de viajar, de estar en otra parte: 'fernweh'. 'Fernweh' es lo contrario a la nostalgia, al deseo de regresar de quienes están fuera de casa. Imagino a unos y a otros, a nostálgicos e inquietos, cruzándose en los andenes.
La Navidad es una época de muchísimos desplazamientos. Por estas mismas fechas, hace más de dos mil años, Melchor, Gaspar y Baltasar ya seguían la estrella de Oriente. Sin embargo, al ver las estaciones de ferrocarril y los aeropuertos hasta arriba, se me quitan las ganas de viajar. Prefiero quedarme en casa y aprovecharme de que los Reyes Magos, los primeros 'riders' de la historia, inventaron hace mucho tiempo el reparto a domicilio.
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