Dar tiempo al tiempo
El foco ·
El imperio de la inmediatez se impone de la mano de una frivolidad y una banalidad galopantes, saltando de tema en tema, sin el más mínimo tiempo a la reflexiónEl tiempo es uno de los recursos más valiosos de los que disponemos las personas. Nos acompaña y nos marca ritmos, emociones y sentimientos. Siempre ... está presente, condicionando todo lo que hacemos, aunque muchas veces no seamos conscientes del mismo y de cómo influye en nuestra percepción de las cosas, en la toma de conciencia de lo que pasa y en la manera de enfrentarnos a los desafíos que nos presenta la vida misma.
Vivimos en el frenesí de un escenario que se mueve a gran velocidad y en el que el tiempo tiende a contraerse ante cada circunstancia que pasa, sin que seamos capaces de tomarnos el respiro necesario para discernir y entender el mundo más allá de los fuegos artificiales permanentes a los que nos estamos acostumbrando. El imperio de la inmediatez se impone, de la mano de una frivolidad y banalidad galopantes, saltando de tema en tema sin el más mínimo tiempo a la reflexión. La acción como bien supremo, más allá del para qué y el por qué de lo que hacemos. Es tan grande la promesa que parece esconder la inmediatez que no nos paramos a pensar, no damos tiempo al tiempo.
Hoy en día, las tecnologías hacen que las barreras en el espacio y en el tiempo sean más difíciles de precisar. Tenemos la sensación de que todo ocurre a la vez, en todos los sitios y al mismo tiempo, debido a una conectividad creciente. Esta escalada de simultaneidad en el espacio y en el tiempo es una verdadera dificultad para discernir, haciéndolo más difícil y complejo. Y, sin embargo, discernir es clave para aprender y construir conocimiento.
El uso indiscriminado del tuit es una manifestación más de la ausencia de reflexión ante problemas complejos. Algo que puede ser bueno para movilizaciones de corto alcance que lleven a determinadas personas a actuar, con más emoción que cabeza, pero que resulta inapropiado para llevar adelante procesos que exijan una mínima reflexión compartida. Sin embargo, la inmediatez es atractiva porque ofrece salidas milagrosas, supuestas respuestas rápidas a problemas complejos. Y aparecen los nuevos charlatanes, profetas de la inmediatez, porque como diría Norberg «a veces parecemos dispuestos a tirar los dados y probar suerte con cualquier demagogo que nos ofrezca soluciones rápidas y simples para recuperar el esplendor perdido».
Una adecuada gestión del tiempo también plantea la necesidad de no dedicar más del necesario para discernir
Para Jorge Wagensberg «el tiempo es un invento de la naturaleza para que no pase todo a la vez». Siendo así, la forma en que utilicemos el invento no es neutral. No debemos olvidar que todo proceso de discernimiento, fundamental para hacernos preguntas y buscar y encauzar las respuestas, supone un esfuerzo por identificar las partes del todo y por secuenciar esas partes en el tiempo. Así, cuando abordamos un problema complejo, el esfuerzo por separar para identificar elementos y ordenarlos secuenciándolos en el tiempo es inevitable. De ahí que la gestión de los tiempos se convierta en un aspecto nuclear.
Las elecciones norteamericanas y la situación de grave crisis política generada, o la situación de crisis generalizada por la pandemia del coronavirus son dos ejemplos para entender la importancia del tiempo, y de dar tiempo al tiempo. Las situaciones de crisis son tremendamente ilustrativas para alcanzar a comprender la necesidad imperiosa de hacer una buen gestión del tiempo para evitar caer en la tentación de la acción irreflexiva, para evaluar y acertar en la resolución de los problemas y no terminar devorados por una vorágine de acontecimientos en el que se impone la soflama que inflama emociones y acaba con toda posibilidad de dialogo constructivo.
Por otra parte, una adecuada gestión del tiempo también plantea la necesidad de no dedicar más tiempo del necesario para discernir, pues se corre el riesgo evidente de caer en un bucle repetitivo que no lleva a ningún lado, se estanca y retrocede; o en una especie de 'parálisis por el análisis' que puede resultar demoledora. De ahí que, a veces, en vez del 'más vale tarde que nunca' sea preferible asumir que 'más vale nunca que tarde'. La cuestión es que el manejo del tiempo no es fácil y tampoco existe una fórmula, un algoritmo que nos resuelva el problema. De ahí que el papel de los líderes en el gobierno de los tiempos resulte crucial.
En definitiva, la gestión del tiempo es clave porque necesitamos del tiempo para separar, para que no pase todo a la vez, para identificar las partes del todo y luego relacionarlas, y sacar conclusiones razonadas. Tiempo para discernir con el sosiego necesario, para tomar conciencia de las cosas. Una toma de conciencia que es la base del conocimiento, que permite abordar la resolución de los problemas sin fórmulas mágicas que buscan no dar tiempo al tiempo para que no se descubra la mentira que encierran. En definitiva, invertir en tiempo es invertir en progreso. Decía Carl Honoré en su 'Elogio a la lentitud' que «vivir deprisa no es vivir, es sobrevivir». Pues eso.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión