Nuestras pymes ante un reto
BRUNO RUIZ ARRUE
Domingo, 5 de abril 2020, 08:58
En estos momentos resulta complicado aportar datos del impacto en la economía. Más allá de datos macroeconómicos, las conclusiones de una recesión son evidentes: el ... consumo se contraerá fuertemente, las inversiones se congelarán, las estrecheces de liquidez se acrecentarán y el empleo quedará muy resentido, con un desempleo en aumento. Pero también sabemos que, pasados unos meses, comenzaremos la reconstrucción. Así ha sido siempre y así va a ser ahora. Dejo a los economistas pronosticar cuándo empezaremos a levantar cabeza. Algunos creen que en el cuarto trimestre de este año, otros apuntan al segundo trimestre del año que viene. Dependerá también de cuán eficientes sean las medidas que adopten los gobiernos nacionales y los organismos internacionales. En cualquier caso, no cabe duda de que volveremos a la senda del crecimiento y la creación de riqueza para toda la sociedad. Sin embargo, en un escenario más cercano y en relación con nuestras empresas, es conveniente refrescar algunas ideas de gestión empresarial que puedan ayudar a nuestras pymes a encarar el reto que tenemos entre manos. Ayudaría a los distintos actores que conforman una compañía reflexionar sobre los principios que deben ser motores de acción para reconstruir.
A los directivos de nuestras pymes debemos pedirles dos cosas: liderazgo y determinación. El panorama que se viene encima es incierto y desconocido, y las empresas necesitan gestores que, una vez recuperada una mínima actividad, puedan realizar un diagnóstico de la situación, apuntar en la dirección correcta y tener el coraje para ejecutar los planes adoptados, teniendo como objetivo asegurar el proyecto empresarial defendiendo los intereses de la empresa (léase trabajadores y propiedad). Habrá que tomar decisiones complicadas, poniendo por delante lo mejor para la empresa, priorizando el empleo como fin último cuando sea posible, defendiendo a la empresa en la cadena de valor, buscando la cooperación con clientes y proveedores y evitando la tentación de aprovecharse en alguna operación atractiva pero éticamente reprochable. En esta labor de liderazgo, los directivos deben redoblar esfuerzos en comunicar a sus empleados hacia dónde se quiere llevar el negocio. En escenarios de crisis, el miedo campa a sus anchas y necesitamos seguridad ante la incertidumbre, por lo que la transparencia será esencial.
A los propietarios de las empresas hay que pedirles solo una cosa: visión a largo plazo. Sentarse en los consejos de administración para hacer un análisis de la cuenta de explotación y de los indicadores en el corto plazo solo servirá como ejercicio de autoflagelación. Mayoritariamente las empresas tendrán que olvidarse del cumplimiento del presupuesto de este ejercicio y de su rentabilidad, o aparcar cualquier pregunta relacionada con el dividendo del ejercicio pasado. Al contrario, más útil sería reflexionar sobre posibles alternativas para el refuerzo de la estructura de capital. Levantar un negocio y ser propietario implica saber esperar. Hay que tener claro que el propietario no está solo para ordeñar la vaca, sino que está para sembrar en el presente y cosechar en el mañana. Hay que recordar también que la rentabilidad no solo se circunscribirse al beneficio. Existe una rentabilidad social. Aunque las empresas puedan estar abocadas a ajustar sus plantillas, el principal objetivo debiera ser preservar el mantenimiento del empleo a costa del beneficio presente.
A los trabajadores (y también a sus representantes) hay que pedirles también una cosa: enterrar el hacha de la confrontación. Toda medida que aporte flexibilidad y productividad a las empresas en lo que afecta al capítulo laboral debe ser considerada. Aparquemos la salmodia de 'mis derechos'; la vida, más allá de derechos y obligaciones, es un compromiso y un comportamiento moral basado en la responsabilidad y la convivencia (solidaridad). Sepamos desde ya que todos tendremos que pagar algo de esta crisis, no nos saldrá gratis. Pienso en el modelo cooperativo y creo que hay mucha filosofía exportable a las empresas de capital privado. Son las cooperativas las que implantan soluciones de congelación y reducción salarial, diferimiento de pagas, renuncias a vacaciones y otras medidas de flexibilidad, pues saben que se juegan el futuro y que todos deben aportar su parte al sacrificio. Ojalá los representantes de los trabajadores sepan entender esto y faciliten la búsqueda de este tipo de soluciones para las empresas privadas.
Se perciben meses complicados para nuestro tejido empresarial, sobre el que descansa buena parte del sistema de bienestar de esta sociedad. La solución a esta crisis dependerá de la resiliencia de nuestras pymes. No caben ni el capitalismo salvaje ni el sindicalismo cerril. Hoy más que nunca necesitamos un capitalismo 'social' que no haga del beneficio su becerro de oro, un sindicalismo 'constructivo' que asuma que pequeños sacrificios de hoy son el empleo del mañana y necesitamos gestores audaces que sepan conducir a las empresas por la senda de la recuperación. El éxito de cada empresa dependerá de como reaccionen sus propietarios, trabajadores y directivos. El reto que tienen por delante es muy grande, su responsabilidad aún mayor.
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