La pandemia y la felicidad
MI GENOMA Y YO ·
Por más que impere el virus, más alto, detrás de la tormenta y de ti, ha de prevalecer el latido del solAun desde el otro lado de su ventana, con mascarilla o sin ella, seguro que lo advirtió: ya estaba ahí la primavera. Precisamente por eso ... desde hace doce años el 20 de marzo –según la ONU– es el Día Mundial de la Felicidad. Parece un sarcasmo, pero permítanme que les recuerde las palabras de Ban Ki-Moon: «El mundo necesita un nuevo paradigma. El bienestar social, el económico y el medioambiental son indisociables. Juntos, definen el PIB de la Felicidad Planetaria».
Sucede otro tanto con la pandemia. También es resultado de una interacción natural y humana. Una 'coproducción' entre microbios y sociedades. El virus o la ira, la vida vuelta contra nosotros. La consecuencia más letal cobra una dimensión hobbesiana. El pánico puede desencadenar un proceso de destrucción de todo lo social. ¿Cómo revertirlo? Precisamente, asumiendo eso de lo que no se habla.
Si necesitábamos un Nuevo Paradigma, es éste. La epidemia ha precipitado una crisis simbólica de todo lo que entendíamos por vida en común. Pero, simultáneamente, ha generado una toma de conciencia acerca de los vínculos profundos que nos unen recordándonos que la condición humana es frágil, que compartimos una vulnerabilidad absoluta, que somos responsables los unos de los otros y, en suma, que, por más que todo se cierre alrededor, ya no podemos cerrar nuestros ojos a lo evidente.
La gripe aviar fue un aviso: nos recordó que nuestra manera de maltratar a los animales implicaba una cuestión ética. Sucede igual con la entropía climática, con las catástrofes humanitarias, incluso con las económicas. Todo lo que comienza por 'eco', de la ecología a la economía, deriva de la raíz griega 'oikos', cuya traducción es hogar. Si durante el último siglo veníamos degradando ciegamente el nuestro hasta volverlo inhabitable, el Covid-19 implica una llamada al despertar de los valores esenciales. Precisamente esos que en todas las culturas sustentan el secreto de la felicidad. Ya en el siglo VI a.C. Confucio predicaba que no cabe felicidad posible sin un aprendizaje previo del amor incondicional.
Cuídate para cuidar de los que te necesitan. Aun separados, seguimos estando juntos. Porque se puede seguir siendo cercano a cualquier distancia. Porque ya es hora de que nos demos cuenta de que todos viajamos en el mismo barco. Verdaderamente, el Día Mundial de la Felicidad comienza todas las mañanas. Por más que impere el virus, más alto, detrás de la tormenta y dentro de ti, ha de prevalecer el latido del sol.
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