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Baltasar Gracián, más que vademécum para ejecutivos

Julio Aguilar Ruiz

Doctor en Geografía e Historia por la UPV/ EHU

Lunes, 25 de agosto 2025, 00:02

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Estoy imaginando, in situ achicharrado en agosto, la entrada de Baltasar Gracián (1601-1658) en la villa ribagorzana de Graus por la Puerta de Barbastro ... un gélido enero del último año de su vida, cuyo postrer mes registró su muerte en Tarazona. Desterrado por sus superiores jesuitas al colegio más apartado de la Compañía en Aragón. A pan y agua. Y, al parecer, vigilado de sus otros nxutrientes: pluma, tinta, papel, libros. Por la publicación sin permiso (rompiendo el voto de obediencia) en 1657 de la III parte de 'El Criticón'. Novela filosófica desde pronto tenida por una cumbre de la literatura universal. El pesimista cascarrabias de Danzig recriado en Fráncfort del Meno, Schopenhauer (1788-1860), fue admirador de Gracián y de otros escritores como Cervantes y Calderón. Gran hispanófilo, los leyó en castellano, además de atreverse con la ardua traducción al alemán del graciano 'Oráculo manual y arte de prudencia'. Nietzsche lo conoció y alabó a través de él. Tres pesimistas, con matices. Tres misóginos, sin ellos.

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