Tradición y excelencia
Julián González
Profesor Emérito de la UPV/EHU
Martes, 19 de diciembre 2023, 01:00
Hoy en día la comunidad científica internacional considera al Ranking de Shanghai como el más prestigioso relativo a evaluar la calidad de los centros de ... Educación superior a nivel mundial. Sin entrar en detalles relacionados con el método de evaluación, son muchas las ventajas que supone estar vinculado a estas universidades, sirva como ejemplo lo que supone estar titulado por una de las universidades situadas en los primeros puestos del ranking para acceder a puestos directivos de empresas tecnológicas de Silicon Valley, puestos de responsabilidad en administraciones, sector sanitario... Si nos centramos, precisamente, en el ramillete de universidades que lideran el ranking, hay varios aspectos que merecen ser comentados como es la poca o nula variación del ranking en la última década. Así, observando el listado de las 20 primeras universidades (se excluyen los Institutos, Laboratorios Nacionales, Academias o Consejos Superiores de Investigación... dedicados principalmente a investigación), siendo la Universidad de Harvard la que año tras año lidera este prestigioso ranking. Además, de esas 20 primeras universidades, 15 son de EE UU, colándose 3 británicas (entre ellas las famosas universidades de Oxford y Cambrigde).
Es indudable el hecho de que todas estas universidades poseen una sólida tradición de varios siglos, fruto de una apuesta por ampliar y consolidar el conocimiento, apoyado por la sociedad en general, pues los avances en áreas tan significativas como Medicina, Digitalización e Inteligencia artificial, vehículo eléctrico, entre otros, han sido y son posibles por la aportación que proviene de los logros de estas universidades. Es significativo el interés por el deporte universitario como vivero, entre otros, de campeones olímpicos o los diferentes productos (pins, camisetas, sudaderas...) que pueden verse por todo el mundo como orgullo de estas universidades. Quizás el pensamiento calvinista permeó en la fundación y consolidación de tales universidades, pero la apuesta social (con apoyos económicos y humanos) crearon las condiciones óptimas para alcanzar, actualmente, la excelencia académica. Para ello, la captación y retención del talento como es, por ejemplo, los Premios Nobel que pertenecen o han estado vinculados a estas universidades despiertan, sin duda, la sana envidia. Para ello, cifras como presupuesto, precio de matrícula, número de alumnos y expediente académico, fuentes de financiación... no son comparables con los de nuestras universidades más próximas.
La tradición de las universidades de prestigio motiva, precisamente, a las propias instituciones en la búsqueda para ampliar las fronteras del conocimiento mediante una docencia, investigación e innovación de excelencia. Llegado a este punto cabe preguntarse ¿Qué es la excelencia académica? Responder a esta pregunta no es baladí. No hay definiciones ni recetas para lograrla, pero podríamos decir que es una virtud que exige trabajar día a día dando lo máximo a pesar de los obstáculos y las adversidades que surgen en el devenir diario envuelto en esa tradición por ampliar las fronteras del conocimirnto.
La ciencia, cuyo avance se fundamenta en la investigación científica, puede nacer en un país sin tradición, como ejemplo más paradigmático en nuestro país el Premio Nobel Santiago Ramón y Cajal, pero es muy difícil que el progreso del conocimiento se decelere en los países con tradición firme. De hecho, si uno mira la distribución de las nacionalidades de los Premios Nobel en ciencia y de los grandes grupos, se puede observar que se mantienen los índices de los países que tuvieron un Newton, Darwin, Einstein, Planck.... Cuando digo nacionalidad me refiero a los lugares de trabajo, no de nacimiento. Algún país emergente en ciencia, como es el caso de China, pronto tendrá muchos investigadores galardonados y reconocidos pero el número de los ingleses, franceses, alemanes italianos austriacos, polacos canadienses y norteamericanos se mantendrá más o menos constante. La tradición es un motor virtuoso que genera tradición.
La tradición de las universidades punteras muestran un fuerte compromiso por transmitir y generar ciencia contando con suficientes recursos económicos y humanos (especial atención dedican a la captación de talento que debería ser objeto de otro artículo) que conducen a la excelencia académica. Hay que creer y apostar por la ciencia, pues es el futuro de la humanidad.
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