Pecado es no hacer el bien
El oficio de vivir ·
La juventud vasca de los años 60-70 encontró en Pasolini un modelo estético-político y una fuente de inspiración vitalSalvajemente asesinado en la playa de Roma tal día como hoy de hace cincuenta años, el mártir de Ostia –contrafigura del santo epónimo de nuestra ... ciudad— nunca visitó el País Vasco. Ello no obstante, entre nosotros actuó como «modelo y fuente de inspiración de manera más profunda de lo que se pueda pensar». Es lo que demuestra Paola Populin, doctora en Literatura y Cine, en 'Pasolini e gli amici al Zinemaldia del 1977', estudio que incide en dos 'momentos vascos' de su trayectoria. Uno, en septiembre de 1975, cuando participó en una vigilia «di solidarietà per il popolo basco» en vísperas del consejo de guerra a los resistentes antifranquistas que días después serían fusilados. El segundo momento, ya póstumo, llegaría con la retrospectiva que le dedicó el XXV Festival de Cine incluyendo películas hasta entonces prohibidas (exceptó 'Saló', bloqueda a última hora por la distribuidora).
No por azar, en ese mismo 1977 el Zinemaldi iniciaba su apertura a públicos nuevos con proyecciones en barrios y pueblos, a un cine vasco aún neonato y a películas de contenido social y político (sin óbice para el lanzamiento internacional de 'La Guerra de las Galaxias'). Quien escribe, adolescente imberbe, formaba parte del público 'sediento de realidad' que llenó cines y locales vecinales, bajos parroquiales y salones de actos por toda Gipuzkoa.
Ya entonces, Pier Paolo Pasolini era una referencia desde el punto de vista estético-político para la juventud comprometida. Un creador reflexivo sobre la historia y la sociedad de su tiempo que provocaba el rechazo de sus camaradas comunistas por su nostalgia de un pasado anterior al extravío del sentimiento sacral de la existencia, y que por su ateísmo y la celebración del sexo (incluido el homoerótico) como máxima expresión de la vida, atraía los dicterios del mundo católico.
Poeta, ensayista, novelista, teórico, polemista, provocador, combatió el pensamiento acomodaticio, nunca cesó de denunciar la 'ideología del consumo' como patología occidental responsable del «terrible vacío existencial que nos derrota», y puso al desnudo la hipocresía y la mentira política (léase su implacable 'Habría que procesar a los jerarcas democristianos'). Ello le granjeó enemistades y odios que, probablemente, estuvieron detrás de su aún inexplicada muerte.
Marginal entre marginales, humana e intelectualmente Pier Paolo Pasolini llevó hasta sus últimas consecuencias este principio vital ético: «Pecar no es hacer el mal. El verdadero pecado es no hacer el bien».
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