El PP sufrió anoche una especie de síndrome del 'cuento de la lechera', una moraleja que cayó como una losa sobre Núñez Feijóo en su ... estreno en unas elecciones generales tras la traumática salida de Casado por un cainita pulso con Díaz Ayuso. El cántaro popular que durante toda la campaña llevaban los dirigentes del PP a su fuente, empujados por el viento de cola de las numerosas encuestas que le daban por ganador, se rompió anoche en añicos por una espectacular remontada del PSOE de Sánchez.
A pesar de que el final del recuento fue de 'fotofinish' en un epílogo de infarto, jamás recordado en unas generales, el PP obtuvo una escasa ventaja sobre los socialistas que no materializan su sueño de gobernar, ya que la suma con Vox no arroja una mayoría absoluta que le pueda dar la llave de la Moncloa.
Quizá hubo en el inicio de campaña varios errores que desde Génova no se detectaron ni se contrarrestaron a tiempo como posibles riesgos para que el metafórico cántaro de un triunfo holgado en la noche electoral se hiciera añicos, como así ha sido. Y es que ésta mínima ventaja popular sobre Sánchez se debe en buena parte a que el electorado prefirió ejercer el voto útil para frenar el bloque de la derecha, con Vox incluido, al que el propio Feijóo alimentó con unos pactos autonómicos en plena campaña del 23-J en Baleares, Valencia y Extremadura, tras las pasadas elecciones municipales y autonómicas. Unos pactos entre PP y la ultraderecha de Abascal en esas comunidades donde se escucharon posiciones y actitudes desde Vox totalmente inadmisibles, que en ningún momento fueron rechazadas con rotundidad desde el puesto de mando del PP. Es por este motivo, que la derrota con sabor a victoria de Sánchez se deba en buena parte a que Feijóo no supo o no pudo poner un cordón sanitario a Vox, y caminó toda la campaña sin descartar la suma de los escaños para conseguir todos los sueños que el líder popular iba enumerando cuando llevaba su cántaro electoral. Que Feijóo permitiese que Abascal fuera identificado como representante del bloque de la derecha en el debate de a tres y que el líder de Vox en ningún momento desmintiera esa entente fue todo un bumerán envenenado para el PP, que no se zafó con eficacia y credibilidad del tufo radical y extremo de la derecha que encarna Abascal.
Vox, que se ha dejado en el camino casi veinte asientos y no logra sumar con el PP los 176 escaños mágicos de la mayoría absoluta, ha sido la perdición de un PP que no ha podido ocupar todo el espacio central por no separarse nítidamente de su peligrosa compañía, mientras que Sánchez ha sabido trasladar al electorado la moderación que, a pesar de sus errores, combate esas políticas radicales sin miramientos. Y es que mantenerse de perfil al escuchar un discurso negacionista sobre la violencia de género no atrae al votante moderado. Esa es la verdad.
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