¿Qué importa?
Donde nace el viento ·
No es normal que la Parte Vieja tenga ese aspecto cansado. Antes las calles estaban llenas, ahora parece un barrio fantasmaEn el fondo, todo o casi todo se reduce sólo a lo que importa. Entra una mosca en la habitación callada, se demora en su ... vuelo, se ata o se desata la correa de sus alas, hay un zumbido en el aire, poca cosa. Un instante después de que se haya marchado, ahuyentada por un manotazo, persiste su recuerdo, una mirada, luego nada. Todo lo que es ama su existencia, en la medida de sus fuerzas y hasta el límite de sus capacidades: flores que, como las pasiones, nacen dubitativas, se desarrollan vigorosas y desaparecen; pájaros, que se acercan a los balcones, indagan sobre el contenido de las casas, sobre el sentido de los objetos que albergan; nubes, que vienen y van, y abren sus ventanas para asomarse al exterior y soltar todo lo que llevan. Todo fluye.
Lo que importa no es siempre lo que se tiene, a mano o no; a veces no se sabe que se tiene. Fijamos nuestra atención en ciertos lugares. La playa, por ejemplo, es un territorio cercano y ha sido, a veces, un lugar íntimo, en esos momentos en los que se ama la quietud de la arena, frente al mar, siempre en tensión. Basta una temporada sin poder acercarse a ella, para que adquiera una preeminencia que antes no la tuvo, o no se reconoció. Lo mismo sucede con ciertos bares o restaurantes, ahora que están cerrados o no del todo abiertos: gran contradicción. Si el lugar es público, no debería cerrarse, y si se cierra, es que algo sucede fuera de lo normal. Pero no es normal que la Parte Vieja tenga ese aspecto cansado, reflejo de una realidad inmóvil, imagen de fotografía antigua. Antes estaban las calles siempre llenas, ahora parece un barrio fantasma, como de postguerra. No sé expresar con palabras la sensación que me produce la simple visión de ese espacio desangelado, frío y silencioso.
Vivimos entre dos miedos, entre el miedo a perder la salud y el miedo a perder el patrimonio. Ambos encogen el estómago y paralizan la voluntad: ¿qué hacer? Espero que sepamos proteger lo que importa, que sepamos asistir a quienes necesiten de nuestro afecto y ayuda. Vivir no es como arrojar una botella al mar con un mensaje comprensible dentro y esperar que en algún lugar lejano aparezca alguien que la recoja, lea y entienda el texto y, luego, provisto de valor venga a salvarnos. Consolar a los demás es más difícil de lo que parece, porque hay muchas cosas que están más allá de nuestro entendimiento y de nuestro poder. Pero, en primer lugar, tendríamos que definir qué es lo que importa, y qué no.
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