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Cuenta Myke Thison que una vez quiso pelear con un gorila. Sucedió en un zoológico de New York, el boxeador paseaba con su novia, la ... actriz Robin Givens, cuando vieron a un gorila de lomo plateado, enjaulado, y el macho, para impresionar a la hembra, le preguntó qué pasaría si peleara con el animal, también macho y jefe de la manada. Se ignora lo que respondió la mujer. Mike Thyson afirma que ofreció diez mil dólares a uno de los guardias para que le dejara entrar en el recinto a pelear. Se lo impidieron, y todo quedó en nada. Ambos machos eran jóvenes y fuertes, atractivos y dominantes.
El ser humano es un animal que, en algunos casos, no quiere reconocerlo, o puede suceder que no busque dejar de serlo. Llamamos civilización a lo que ha costado siglos de esfuerzo, educación y violencia enraizar en nuestro mundo: ojo por ojo, la letra con sangre entra, etc. Sin embargo, aunque aparenta fortaleza, consistencia y raigambre, es un tanto frágil, inconsistente y perecedera. En algún momento, por causas que no pueden preverse y tampoco evitarse, desaparece cualquier atisbo de civilización y, en su lugar, toma forma en su manera más cruda la lucha por la supervivencia, la guerra de todos contra todos, donde vence el más fuerte y mejor preparado.
Homo homini lupus. El humano se convierte en un lobo para el hombre, cuando desconoce quién es el otro y trata de aniquilarlo. Muchos biólogos y expertos no están de acuerdo. Según ellos, los lobos, en particular, y los canidos, en general, se encuentran entre los animales más sociables del planeta. Ahora mismo, según el último censo, hay en España nueve millones de perros, que es una cifra considerable, y no parece que hayan producido muchos más altercados que los humanos. En algunos hogares forman parte de la familia, sustituyendo en afectos, cariño y cuidados, a los hijos que se fueron, o la persona que no está. Forman parte ya de nuestra cotidianeidad más cercana, en parques, jardines y calles. Son los otros habitantes de las ciudades, con sus necesidades básicas satisfechas.
Sigue siendo, en algunos lugares del planeta, prueba de hombría, necesaria para el ingreso en la sociedad de hombres adultos, el lancear toros bravos, asaetar leones o tigres, acuchillar osos pardos o jabalíes, eso sí cuerpo a cuerpo, en igualdad de condiciones casi, hombre y animal, asumiendo ambos su condición de especies en conflicto; o también abatir rinocerontes, con un rifle de precisión y mira telescópica.
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