Vacaciones
Vacación significa vacío, romper con la rutina del trabajo, quien lo tenga, y ausentarse del lugar donde el tiempo se mide y se da a cambio de un sueldo
Durante una entrevista preguntaron a un novelista consagrado, una persona que vende muchos libros de cada uno que publica y es, por ello, tenido en ... muy alta estima, que si ser escritor era un oficio, como el de albañil, fontanero o banquero. El escritor respondió que era un oficio, no igual, ni mucho menos, a aquellos que le habían puesto como ejemplo, tan dignos todos, por la sencilla razón de que no tenía vacaciones, que allá donde se encontrara estaba condenado, así lo expresó, a escribir, porque de una manera u otra tenía que cumplir con los compromisos adquiridos y con los plazos establecidos para la entrega del material necesario para la publicación de su próximo trabajo, lo que le impedía tener momentos de ocio. No faltó la alusión a las musas que 'nunca descansan'. La impresión que daba era la de un señor serio, cumplidor y entregado a su oficio, que no dilapidaba su tiempo.
Sin embargo, entre las diferentes y no siempre acertadas ideas que la gente normal tiene sobre el oficio del escritor, una es que siempre está de vacaciones, porque escribir no es un trabajo como los demás, que exigen a quien lo ejerce madrugar, desplazarse al lugar de trabajo, ocuparse de su tarea durante una cantidad de horas diarias, según el convenio, volver a casa, descansar, amar, entretenerse, dormir, tal vez soñar.
Y al no ser un trabajo como los demás, al estar siempre de vacaciones, sea la época que sea, salga la primavera bailando al alba o acabe el invierno cantando villancicos al atardecer, al ignorarse de qué vive quien de escribir vive, qué cobra cuando cobra quien escribe, se tiene la idea de que un escritor, además, es un ser angelical, que no puede jubilarse, o no debe, porque no hay pensión digna para él.
Vacación significa vacío, romper con la rutina del trabajo, quien lo tenga en la medida que lo tiene, y ausentarse del lugar donde el tiempo de cada cual se mide y se da a cambio de un sueldo. Se intenta llenar ese vacío viajando, aunque sea imaginariamente a otra parte, dándole al cuerpo la parcela de placer que se ha ganado, buscando estímulos diferentes a los habituales, intrincándose en los laberintos del deseo que puede ser satisfecho sin provocar desorden alguno, ninguna grieta emocional, nada que pueda impedir, imposibilitando, cuando toque, la vuelta al trabajo y la continuación de la labor diaria, sin ruptura ni quiebra con lo anterior.
Trabajar cansa y pensar fatiga. Las vacaciones no siempre traen la felicidad.
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