Respeto
Uno de los términos desgastados por el abuso y manoseo, como si fuese la carta de un tahúr zurdo, el revolver de un bandido tímido, la escoba de una bruja
Hay conceptos que han llegado hasta donde han llegado, han tocado techo o hecho cumbre, más allá de la verdad y de la mentira, limpios ... de todo polvo de duda y desazón, y ya apenas enseñan algo que no sea una imagen trivial. ¡Ay, el respeto! Uno de los términos desgastados por el abuso y manoseo, como si fuese la carta de un tahúr zurdo, el revolver de un bandido tímido, la escoba de una bruja. Lo mismo sucede con la palabra 'libertad'. Si tanto el tirano como el sojuzgado la veneran y proclaman, el problema no es sólo semántico; la solución no consiste en cambiar de diccionario. Es mucho más doloroso: quizás sea necesario cambiar de país, marchar y buscarse otra patria, si la hubiere; otro país, si te dejan, claro.
Carretadas de respeto piden para sí quienes en su vida han mostrado algún atisbo de compasión, ni siquiera una pequeña porción de empatía hacia los demás. Toneladas de respeto parten de los almacenes de valores humanos todos los días, en caravanas fuertemente vigiladas, para quienes carecen del mínimo sentido de la misma, y violan los derechos humanos, con la misma facilidad y ligereza con la que el sol seca las ropas tendidas en los patios y el agua de lluvia las empapa.
El xenófobo, que muestra un desprecio total hacia todo lo que le es extraño, sea extranjero o no, exige respeto cuando se le echa en cara su actitud, argumentando que es simple cuestión de parecer y de pensamiento. El machista que vilipendia a las mujeres, el maltratador que abusa física y psicológicamente de las personas que están a su cuidado, el especulador, que, con su actuación, licita o no, alimenta la pobreza ajena, el asesino, que sega vidas, hablan del respeto como si fuese una cantidad indefinida que la sociedad les adeuda. Hablo desde un aspecto moral, que entiendo, no legal, que desconozco, porque, ante la ley y sus servidores, en teoría, todos somos iguales; o deberíamos. La ley viene dada, y es igual para todos; el respeto, no. Se gana, se pierde; aumenta, disminuye... Es uno de los pilares de la convivencia, si se usa decorosamente.
Se confunde, a veces intencionadamente, respeto con sumisión a la autoridad no sujeta a ningún control, ni sometida a ninguna clase de instancia superior. Hay, también, quien divide la sociedad entre los que son dignos de respeto y los que no. Simplificando: por un lado, los buenos; por otro, los malos. Pocas sociedades hay que aceptan este hecho, sin que se produzca una reacción de signo contrario.
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