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Nuestra enfermera

EDITORIAL ·

Una de las temibles enseñanzas del Covid-19 es que reaccionar tarde puede tener consecuencias difícilmente reversibles. Y no habrá mejor homenaje a los sanitarios que cumplir con el confinamiento

Viernes, 20 de marzo 2020, 07:21

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La propagación del coronavirus dio ayer un salto cualitativo en Euskadi al cobrarse la vida de la enfermera Encarni, la primera sanitaria que fallece entre ... nosotros por el contagio del Covid-19 y la primera también, al menos según la información oficial disponible, en el conjunto de España. La víctima tenía 52 años y llevaba días combatiendo la pandemia, ella misma como paciente tras haber atendido, a su vez, al primer fallecido en Euskadi con la encomiable entrega que están protagonizando miles de profesionales en todo el país. Nadie sabe mejor que los integrantes de los equipos sanitarios lo que significa caer enfermo, el peso amenazante de un patógeno que, en este caso, va derribando certezas día a día. No se trataba de una gripe al uso. Y se ha constatado ya que su viralidad no se ceba únicamente con los mayores con dolencias previas, aunque continúe siendo el colectivo más sensible. Alcanza también a jóvenes y personas sanas, en una pandemia que se escribe ya con cifras sobrecogedoras: 53 muertos en Euskadi en apenas dos semanas y 767 en toda España con más de 17.000 contagios, aunque puede que no haya un dato más estremecedor que el hecho de que Italia supere ya en número de fallecidos a China. Encarni, que trabajaba en la OSI vizcaína de Barrualde-Galdakao, estaba en riesgo como tantos otros porque se encontraba en la 'zona cero' de la lucha contra la enfermedad: los hospitales en los que el Covid-19 se coló quebrantando los protocolos dispuestos por Osakidetza para intentar blindarlos.

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