El efecto halo
EL OFICIO DE VIVIR ·
Juzgamos al prójimo como si fuera de una pieza, nos basta una única cualidad para valorar a una persona en su integridadEn 1920, el psicólogo norteamericano Edward Lee Thorndike enunció el conocido como efecto halo, sesgo cognitivo en el que tropezamos siempre que, a partir de ... un hecho, rasgo o característica de una persona o cosa, instintivamente le atribuimos cualidades suplementarias sin vínculo con la que llamó nuestra atención. Es decir, ampliamos irracionalmente el catálogo de sus virtudes o defectos.
Desde que Thorndike lo descubrió, cientos de estudios han confirmado que los seres humanos tendemos a juzgar al prójimo como si estuviera hecho de una sola pieza, sin entrar en matices; una única cualidad nos basta para valorar a una persona en su integridad. Los publicistas son expertos en estos manejos: Rafael Nadal es capaz de vender relojes, seguros de vida, calzoncillos o lo que sea, y determinadas marcas con 'halo reputacional' lo mismo colocan sus logotipos en las fundas de los móviles que en los frascos de perfume o en la ropa deportiva.
El efecto halo posee calado, se instala en el subconsciente y distorsiona nuestra percepción. Quienes son guapos, tienen estatus social o les adornan determinadas destrezas suelen ser tenidos por simpáticos, sinceros e inteligentes. Pero, ojo, también puede entrañar prejuicios perversos si la índole deriva del origen, sexo, cultura o color de piel. Se da entonces lo que se conoce como 'halo invertido'; o sea, estereotipación.
Como decíamos, nadie está libre de deslumbrarse con esta clase de aureolas que son culpables de otra confusión también habitual: la de amalgamar distintas formas de inteligencia. Así, a quien exhibe una inteligencia lógico-matemática le aplicamos, sin ningún fundamento, otra de tipo creativo; y nos cuesta pensar que a una persona con sensibilidad naturalista le pueda faltar ductilidad para comunicarse y empatizar, es decir inteligencia emocional. Cuando no tiene por qué.
Conocido es el caso de Einstein, uno de los mayores genios científicos de todos los tiempos, que sumió en la decepción a millones de admiradores al publicar su ingenua y elemental 'Visión del mundo'. Otro ejemplo: Pau Casals, extraordinario violonchelista y hombre comprometido con su tiempo, al que se acercó Jorge Oteiza en Buenos Aires en 1937 para preguntarle sobre el arte de vanguardia, la guerra y el porvenir de la humanidad. Todo lo que recibió del músico fue este consejo: «Protéjase contra la sífilis, joven, es lo peor para la salud y para el arte». En fin, esto es por decir que conviene protegerse contra el efecto halo.
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