Las secuelas del chantaje
La estigmatización del empresariado vasco durante el terrorismo de ETA proyecta su herencia envenenada sobre su relevo generacional
El 25 aniversario del asesinato del guipuzcoano Joxe Mari Korta, presidente de Adegi, el próximo martes constituye una oportunidad idónea para reivindicar el esfuerzo y ... el coraje de tantos empresarios vascos que tuvieron que afrontar la perversa losa del chantaje de ETA. Durante muchos años, los amenazados tenían que hacer frente a la coacción mafiosa bajo el más absoluto desamparo. Lo hacían, muchos de ellos, en silencio, sin el amparo social, sin siquiera hacer partícipes a los suyos de su drama más íntimo. Padecían, además, un contexto hostil, en donde predominaron los silencios cómplices y la indiferencia de un sector ciudadano. La figura del empresario vasco había sufrido un notable proceso de estigmatización y demonización a pesar de que sin su aportación a la riqueza y al progreso económico no se puede entender el presente de este país, ni su dinamismo.
Históricamente la figura de los emprendedores vascos, su audacia, han sido sinónimos de bien hacer, activos en una sociedad en la que la cultura del esfuerzo y la seriedad eran parte sustantiva de la marca de la casa, todo un ADN intransferible que nos lanza como un país decidido y con futuro. El mundo radical alumbró una 'subcultura' de deslegitimación del empresariado que fue calando en el ambiente como un verdadero tóxico social. La falta de reconocimiento al papel de estos industriales y la elevada conflictividad laboral dibujaban sombras en el horizonte. El final de ETA nos permitió pasar la página, pero aquella 'cultura' impregnó los debates sociales más allá. Una sociedad democrática es compleja por naturaleza y el escenario lógico de conflictos. La democracia permite los instrumentos necesarios para encauzar y gestionar estas diferencias.
Esa crisis de valores alentada por la violencia ha proyectado su herencia envenenada sobre las nuevas generaciones. El relevo al frente de numerosas empresas vascas choca con esa leyenda negra en la imagen de quienes en su día hicieron factible el progreso y el bienestar de Euskadi. Se entrecruzan también otras variables, como la fuga de talentos, pero denunciar aquel trasfondo inmoral sigue siendo una exigencia a la hora de avanzar hacia el futuro. El papel de los empresarios en el devenir de esta sociedad es decisivo. Es hora de reconocer su compromiso y su responsabilidad.
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