Carlos Mazón ha consumido sus últimas horas como presidente en funciones de la Generalitat con un nuevo alarde de dejación de funciones. Lo hizo durante ... la dana de hace un año y lo ha repetido ayer en la comisión de investigación en el Parlamento valenciano, de la que salió sin resolver las cuestiones clave. Entre ellas, su injustificable ausencia de la mesa de crisis con el argumento de que, «operativamente, poco tenía que aportar a la emergencia». Ni asumió entonces que lideraba el Gobierno de una comunidad en plena catástrofe ni lo hizo en el interrogatorio sobre su 'desaparición' en momentos trascendentales de la riada tras su inapropiada cita en El Ventorro. «¿Donde estaba cuando la gente se estaba ahogando?», le preguntó Compromís, de nuevo sin respuesta. Mazón podrá esquivar a las víctimas, vetadas y obligadas a denunciar en la calle que la reconstrucción depende ahora del negacionismo de Vox, pero no podrá hacerlo de la verdad. La evidente necesidad de mejorar la coordinación con el Ejecutivo central no puede solapar su incompetencia, lejos del lugar que le correspondía. Su sombra amenaza con lastrar a Juan Francisco Pérez Llorca, el candidato del PP a sucederle.
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