Acierto histórico
El Estatuto de Gernika cumple 46 vaños en plena gestación de un nuevo modelo que debe respetar la ley y la pluralidad
El Estatuto de Autonomía de Gernika cumplió ayer 46 años tras su aprobación en referéndum. La fecha inició un proceso de institucionalización que recuperaba las ... libertades perdidas, sirvió para apostar por una identidad cultural perseguida –en la que el euskera ha avanzado considerablemente– y ha sido una pieza decisiva en el progreso económico, social y cultural de la sociedad vasca tras la larga noche de la dictadura y a pesar de un terrorismo de ETA que quiso dinamitar desde un comienzo el proceso estatutario.
El Estatuto fue la respuesta a una demanda histórica, y, lamentablemente, aún no se ha completado, si bien marca un camino de pacto –interno, primero, en el seno de Euskadi pero también con el Estado– que ha posibilitado al País Vasco adoptar decisiones que afectan a su futuro en materias claves como la educación, la cultura, la sanidad, la política social, la industria o la seguridad, siempre dentro del respeto a un marco de convivencia basado en la pluralidad vasca y en el engarce con la legalidad constitucional. Cualquier otro planteamiento de ruptura o desbordamiento del marco jurídico es un ejercicio estéril que conduce a la frustración.
Conviene recordar estas premisas desde el realismo ahora que celebramos este aniversario y ponemos en valor los avances en todas las áreas que hemos logrado desde una ambición de país compatible con el realismo. El Estatuto ha sido un acierto histórico que es necesario reivindicar frente a quienes lo combatieron desde la violencia y el terrorismo. Ha posibilitado un bienestar social y económico superior al del resto de España, y en buena medida es un reflejo de la capacidad de un autogobierno bien orientado. Faltan aún materias relevantes por culminar –y la gestión del régimen económico de la Seguridad Social es un botón de muestra– y es una obligación de las instituciones que los problemas no se enquisten. Pero ahora que se negocian las bases de una ampliación de la autonomía hace falta alejarse de las propuestas que conllevan la división y no aportan estabilidad.
El Estatuto del 79 sirvió para reconstruir un país debilitado por la crisis industrial y el terrorismo. Pero también es una base sensata para futuras reformas que nos interpelan a todos para edificar un autogobierno de justicia, equidad y cohesión que sirva para la mayoría social vasca y no responda a solo a la mitad del país. Los marcos son instrumentos, nunca fines en sí mismos.
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