Cuarteles de Loiola: pasado, presente y futuro de Donostia
Tenemos la responsabilidad de dejar como legado a las próximas generaciones una ciudad próspera, plural, libre y sostenible. Y para ello, la primera decisión es unirnos en este propósito
Hoy los donostiarras no entenderíamos nuestra ciudad sin el monte Urgull o a Alameda del Boulevard. Durante décadas el monte Urgull, con sus fuertes y ... baterías, fue un complejo militar pero, a mediados del s.XIX el Gobierno de España asumió que la ciudad ya no tenía la importancia estratégica militar de antaño y en 1863, siendo alcalde Eustasio Amilibia, se consiguió derribar las murallas, haciendo posible la ampliación de Donostia hacia el ensanche y la construcción de la Alameda del Boulevard. Proyecto éste último no exento de polémica como suele ser habitual en nuestra Ciudad. A principios del siglo XX, la ciudad ya había perdido su condición de Plaza Fuerte, el Castillo de Urgull no reunía las condiciones necesarias para acuartelar a sus tropas y el armamento adjudicado estaba obsoleto. En ese momento, el Ayuntamiento supo ver la oportunidad de negociar la cesión del monte Urgull con su propietario, el Ministerio de la Guerra. Un objetivo soñado por varias Corporaciones anteriores que lo habían intentado sin éxito.
El alcalde, Pedro Zaragüeta, planteó en la sesión del 16 de marzo de 1921 la gran oportunidad para a la ciudad y el Pleno, por unanimidad, facultó al alcalde para que realizase las gestiones oportunas. La compra del monte Urgull, junto con el convento de San Telmo se oficializó el 24 de agosto de 1921 por un millón quinientas mil pesetas. Un millón con la firma de las escrituras, y el resto al recibir los edificios. Aquella tarde se voltearon las campanas de toda la ciudad, recorrió las calles de la ciudad la banda Municipal y la bandera de San Sebastián ondeó en la fortaleza el Macho en Urgull, donde sigue ondeando hoy día. Curiosamente, el dinero que recibió el Ministerio de la Guerra fue empleado en la construcción de los Cuarteles de Loiola en 1926. Caprichos del destino, el dato cobra más simbolismo hoy, casi 100 años más tarde, en que la ciudad marca otro hito al recuperar para la sociedad civil esos terrenos y satisfacer una reivindicación insistente de las y los donostiarras.
La compra de los cuarteles de Loiola ha sido un objetivo perseguido durante décadas pero las anteriores corporaciones siempre tropezaron con la resistencia del Ministerio de defensa. En 2020 el PNV, de la mano de Aitor Esteban, consiguió del Gobierno del Estado un compromiso de venta tras ceder seis escaños que sacaron adelante los Presupuestos Generales de 2021.
Este martes pasado, tras dos años de negociaciones, se ha dado a conocer el acuerdo entre el Ayuntamiento de San Sebastián y el Ministerio de Defensa para la compraventa de los terrenos en los que se asientan los cuarteles de Loiola. Este acuerdo histórico permitirá continuar el desarrollo urbanístico de Donostia a lo largo de la vega del Urumea, integrar el río en el barrio y dotar de una gran calidad de vida a esta zona, crear nuevos equipamientos públicos y construir viviendas para una horquilla de entre 1.500 y 1700 familias. Más que construir un nuevo barrio, este logro permitirá crear un nuevo eje central de la ciudad en torno al Urumea.
He comenzado este escrito haciendo alusión a la compra de Urgull, hace 100 años. Además de recordar una feliz coincidencia, esa coincidencia nos da la oportunidad de repasar nuestra historia, algo siempre necesario porque nos ayuda a tomar decisiones sobre el futuro. Hoy, como en 1921, estamos trabajando por el presente pero sobre todo estamos dando forma a la Donostia de mañana. Las anteriores generaciones hicieron posible la Donostia que hoy conocemos y disfrutamos. Ellos se esforzaron por legarnos una ciudad mejor. Lo hicieron posible personas que fueron capaces de trabajar juntos, por encima de ideologías y sentimientos, en favor de Donostia. Ese es nuestro mejor motor, trabajar juntos, desde un sentimiento compartido de comunidad en el que todos nos involucremos con el progreso de nuestra Ciudad. Tenemos la responsabilidad de dejar como legado a las próximas generaciones una ciudad próspera, plural, libre y sostenible. Y para ello, la primera decisión es unirnos en ese propósito. El futuro desarrollo de nuestra ciudad en lo que hoy son los cuarteles de Loiola representa una gran oportunidad. Una oportunidad para construir juntos la Donostia del futuro.
«A las cinco en el reloj del bule» es una frase que todo donostiarra hemos pronunciado más de una vez a lo largo de nuestra vida. Una frase que hoy forma parte de nuestra identidad. Una frase imposible de ser pronunciada hace 150 años, simplemente porque ese lugar no existía en nuestra Ciudad. Hoy tenemos la gran oportunidad de imaginar y de trabajar por la Donostia que nuestros hijos e hijas y sus descendientes conocerán, y por las nuevas frases que ellos pronunciarán y que formarán parte de nuestra identidad en el futuro. Pongámonos manos a la obra.
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