Zoopolítica para yahoos
Según el Eurobarómetro el 90% de los españoles recela de los partidos, el descontento crece y el Congreso se rige por la ley de la jungla
Que el hombre es un animal político –zoon politikon– ya lo sabíamos. Que los animales no humanos gestionan su particular actividad política con más cordura ... que nosotros puede parecer una fábula. Pero lo cierto es que la ciencia –de la biología a etología– comienza a convertir la fábula en realidad.
Según los datos del Eurobarómetro el 90% de los españoles recela de los partidos, el descontento crece, el Parlamento parece regirse por la ley de la jungla. En 'Como si fuéramos animales' Réjane Sénac demuestra que esa ley, la de la jungla, es bastante más civilizada que la nuestra. Los comportamientos animales priorizan la cohesión social y habilitan una sorprendente inteligencia colectiva. Las decisiones no se imponen: se negocian.
Tomemos como ejemplo a los licaones, los perros salvajes africanos. En el momento de la caza cada miembro del clan da su opinión de una manera bien versallesca. Basta un estornudo. Sólo cuando hay mayoría –de estornudos o de votos– se emprende la acción. Resultado: los licaones se imponen a los leones en eficacia predatoria.
Saltemos del presunto rey de la jungla a otro mito, el del macho alfa entre los gorilas. O entre nosotros, todavía fascinados por el 'hombre fuerte', el 'puto amo' o Supertrump. Si su equivalente goriláceo es el macho de lomo plateado, llegado el momento de tomar una decisión todo el grupo emite señales a favor o en contra, y prevalece el consenso. Sabia lección animal: el poder absoluto es raro entre ellos, pues saben que resulta ineficiente.
Sucede a todos los niveles, desde las redes bacterianas a las manadas de elefantes, pasando por las abejas. Las traigo colación a cuenta de otra fábula, la de Mandeville, según la cual los vicios privados –de sus abejas imaginarias– devienen virtudes públicas. En principio, bastaría echar un vistazo a nuestro Gobierno para desmontarla. La biología lo confirma: también las abejas anteponen la virtud de la colmena a los caprichos de su reina.
¿Deberíamos, por tanto, configurar nuestro modelo de gobernanza a la manera de una colonia de insectos? Claro que no. Pero tampoco nos vendría mal interrogarnos acerca de nuestra arrogancia comparativa. Si acaso, releyendo 'Los viajes de Gulliver'. Frente a esos humanoides bárbaros y malolientes que encuentra Gulliver en su isla, la de los Yahoos, en la vecina, una comunidad de caballos filósofos, los Houyhms, dotados de la palabra socrática. Y ahora conecte su televisor inteligente, a ver quién rebuzna más fuerte.
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