Hamás: suicidio ideológico o muerte violenta
Para Netanyahu, Trump es su única carta de apoyo en el mundo
Alberto Spektorowski
Politólogo y profesor de Ciencias Políticas en la Universidad de Tel Aviv
Lunes, 6 de octubre 2025, 06:33
La gran pregunta es si la iniciativa de Donald Trump expuesta en el plan de los 20 puntos llevará al fin del sufrimiento de Gaza. ... Las experiencias pasadas no dan lugar a esperanzas. Sin embargo, nunca antes Trump había puesto tanto énfasis en terminar la guerra y nunca antes se han juntado tantos actores políticos de Oriente Próximo y Europa aparentemente unidos en la propuesta del presidente de EE UU.
¿A quién se le hace más difícil la aceptación del plan? Para Netanyahu, Trump es su única carta de apoyo en el mundo. Es así que si Trump le exigía disculparse de forma vergonzosa ante Catar por el bombardeo en Doha, Netanyahu lo hizo. Si había que quitar de la mesa los planes anexionistas de sus socios de extrema derecha, también lo hizo. Si había que aceptar, aunque sea en una forma oscura, una mención a la participación de la Autoridad Palestina en el futuro gobierno de Gaza, luego de que esta sea reformada, también lo aceptó.
Para muchos en la derecha dura israelí, Netanyahu resucitó el fracasado proceso de paz de Oslo, lo que se considera una traición. Pese a ello, el plan de Trump supone la liberación de los rehenes en el plazo de las primeras 72 horas, e impone tanto el desarme de Hamás como su exclusión como factor de gobierno en Gaza, como lo quiere Netanyahu. Por si eso fuera poco, el plan acepta que las tropas israelíes podrán permanecer en la mayor parte de la Franja de Gaza hasta que la Fuerza Internacional de Estabilización (FSI) esté preparada para desplegarse. Y aun así, la Fuerza de Defensa Israelí conservaría un perímetro de seguridad en Gaza.
En cuanto a Hamás, el tono del plan de Trump equivale a suicidio. Se nota incluso en el punto que habla de que Israel sea el que conceda amnistía a los miembros de Hamás que acepten «convivir en paz», y un salvoconducto para salir de Gaza si lo quieren. La mera idea de redibujar Gaza como «una zona libre de terrorismo y desradicalizada» equivale en el lenguaje de Hamás a capitulación. Recuperar a 250 prisioneros no lo salva de la derrota. Queda a merced de Catar, que le exige decir sí al plan de Trump para luego tratar de negociar lo que es casi innegociable.
La esperanza de Hamás es que un gobierno de tecnócratas y fuerzas árabes no ponga énfasis en su desarme, lo que le permitiría seguir como grupo terrorista detrás de un ejecutivo tecnocrático. Pero Israel no aceptará quedar fuera de la vigilancia del proceso de desarme y destrucción de los 'túneles de la muerte', y eso Hamás lo sabe.
Y la pregunta final es: ¿qué le queda a Hamás? El proyecto 'diluvio Al-Aqsa', designado por Irán durante décadas de inversión en sus 'proxis', se desmoronó con las caídas de Hezbolá, de Siria y de gran parte del proyecto atómico iraní. En el frente palestino, el mismo líder de la Autoridad Palestina, Mahmud Abás, ya les dijo hace meses: «Liberad a los rehenes y desarmaos sin condiciones». Abás entiende que la resistencia de Hamás nunca fue contra la ocupación israelí. Ya en la década de 2000, Hamás destruyó con sus bombas suicidas la última esperanza de que hubiera un acuerdo de paz, que llevara al fin de la ocupación. Más que un Estado palestino, Hamás quiere que no haya un Estado judío, y eso equivale a guerra total que seguro desembocará en una nueva Nakba.
Sin embargo, a pesar de su derrota, la «resistencia» de Hamás al Estado hebreo no está aislada. Y aquí entra el final surrealista de esta historia. El 'mastermind' del ataque del 7 de octubre, Yahya Sinwar, sabía que él moriría junto a otros 100.000 palestinos. Entendía que ese era el precio para destruir a Israel. Para ello entendió más que nadie el papel de los progresistas de Occidente que ven el Estado sionista como el último vestigio del colonialismo europeo. Pero la tragedia que palestinos y progresistas europeos no terminaron de entender es que los judíos son también pueblo originario en la región y que la fórmula de Frantz Fanon de doblegar al país colonial con la violencia no cuadra en Israel. Israel tiene la mentalidad del Vietcong y del FLN argelino juntos, sumada a un tremendo poder militar.
Da igual. Tanto para Hamás como para los 'progres' europeos la vida de los palestinos importa muy poco. Lo importante es la «resistencia». Para los moralistas de pacotilla de Europa, eso implica que los palestinos pongan sus vidas mientras ellos ponen las marchas, las flotillas y el grito de 'genocidio', para luego volver al café con leche bien caliente en casa.
Decía el historiador Enzo Traverso que en Gaza se define el destino de la ética occidental. Eso es probable pero no en la dirección que pretende Traverso, sino en la dirección de la que habla el canciller alemán. Friedrich Merz: «Israel le hace el trabajo sucio a Occidente». Para mucha gente aún silenciosa de Occidente, Israel representa el resurgimiento occidental y de su voluntad de vida contra del nihilismo 'islamo-gauchista' y el de su héroe de turno, Hamás.
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