Lezo

Etxetxo celebrará un acto para mostrar el trabajo de los esclavos del franquismo

La asociación de la memoria histórica de Lezo, Etxetxo, viene trabajando desde 2016 en la investigación referente a los trabajadores forzados en este municipio y en el acondicionamiento del «campamento de concentración para esclavos del franquismo» sito en Iparragirre.

Según explican sus integrantes, «hace poco más de un año iniciamos trabajos de limpieza de la zona de Sorotxo y descubrimos más de ochenta agujeros que permanecían ocultos por la maleza. Estos agujeros eran utilizados para descansar después de las largas y agotadoras jornadas de duro trabajo que debían soportar aquellos hombres».

Desde Etxetxo subrayan que este lugar representa «una muestra más de la crudeza empleada por el franquismo contra aquellos prisioneros».

Por este motivo, consideran que tanto este lugar como los hechos que en él ocurrieron «deben ser dados a conocer». Es así cómo han decidido organizar un acto para el próximo 18 de mayo, a partir de las 12.00 horas, al que podrán acudir aquellas personas que lo deseen. Advierten que no se podrá acceder al lugar en vehículos, ya que solo lo harán los coches previamente autorizados para ello.

Recuerdan que el acceso al lugar a pie tiene una subida media por terreno montañoso de unos quince minutos y se requiere calzado de senderismo.

Desde la fundación oficial de Etxetxo nueve años atrás, son incontables las actividades que los miembros de esta asociación centrada en la memoria histórica de la localidad han llevado a cabo. Entre ellas, destaca el trabajo comunal realizado, con la colaboración de Txerrimuño, con el fin de recuperar los barracones del entorno del bosque de Iparragirre. Se ocuparon de retirar zarzas, maleza y sacar toda la basura acumulada durante décadas hasta que vieron cómo emergió el suelo original de uno de estos barracones.

Entonces, mostraron su intención de habilitar esta zona a la que otorgan el nombre de 'Memoriaren Basoa' (en castellano, 'Bosque de la Memoria') y destinarla al recuerdo, «para que nos ayude a dar a conocer esa parte de la historia que ha permanecido oculta, silenciada y olvidada durante tantos años».

En el lugar en cuestión encontró un pabellón de 120 metros de largo por otros seis metros de ancho, al que se sumaba una segunda construcción, de 65 metros de largo por siete metros de ancho. Estos espacios estaban destinados a funcionar como dormitorios. Además, había otros dos de dimensiones más reducidas, uno de ellos usado, al parecer, como cocina.