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Elisa Beltrán, a la izquierda, en una de las imágenes del libro de Xabier Susperregi.

Elisa Beltrán, la errenteriarra asesinada por su marido en 1948 y arrojada al mar en el Paseo Nuevo

El Ayuntamiento de Errenteria homenaje a la mujer junto a sus familiares este jueves en la presentación del libro 'Elisa Beltrán. El último tranvía' de Xabier Susperregi

Martin Sansinenea

Errenteria

Jueves, 4 de septiembre 2025, 14:18

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«Era sabido por todos que Elisa Beltrán y su marido Luis Castellano no tenían una buena relación», afirma Xabier Susperregi, autor de la obra 'Elisa Beltrán. El último tranvía'. Un libro en el que se cuenta cómo la vida de Beltrán llegó a su fin antes de lo que debía. Fue su marido quien, tras envenenarla la arrojó a las aguas de Donostia en el Paseo Nuevo en 1948, cuando todavía estos crímenes no se denominaban violencia machista.

Previo a ello, Beltrán vivió varios intentso de asesinato, tal y como se detalla en el libro. Y es que esta asturiana afincada en Errenteria sufrió varios envenenamientos. Una serie de acontecimientos que compartió con personas cercanas, quienes tras el fatal desenlace no dudaron en quién pudo estar detrás de los hechos.

En esta línea, la propia Beltrán hizo saber a su familia, que residía en Asturias, que en una ocasión la intentó estrangular. Además, aseguró que le amenazaba con que la iba a matar. Las amenazas llegaron a tal punto, que la propia Beltrán comentó a sus hijos que si algún día ocurría algo, el culpable sería su padre.

El fatídico día

El 26 de diciembre de 1948 no fue un día cualquiera. Luis Castellano del Valle, después de trabajar, cogió el tranvía y fue a Donostia, mismo lugar al que acudió Beltrán. Elisa nunca regresó. Apareció en aguas de Biarritz tras haber sido arrastrada por las mareas.

La jornada siguiente, Castellano se presentó en la Inspección de Policía de Pasajes para denunciar la desaparición de su mujer. No obstante, la familia de Beltrán, conocedora de las amenazas vino desde Asturias para tratar de investigar. La hermana de Beltrán habló en varias ocasiones con Castellano quien aseguraba desconocer qué había ocurrido.

Tras ser detenido el 3 de enero de 1949, Castellano fue puesto en libertad por falta de pruebas. No obstante, fue interrogado de nuevo el siete de ese mismo año. Tras ello, la policía francesa envió imágenes del cuerpo hallado, algo que no dejó dudas. Era Elisa Beltrán.

El escritor Xabier Susperregi, con su libro sobre Elisa Beltrán.

Castellano fue nuevamente detenido, pero continuó sin admitir lo ocurrido. Las pruebas en su contra se iban acumulando. Por fin se entrevistó con una hermana de Beltrán, la cual le increpó llamándole asesino. Esto causó tal impresión en Castellano que finalmente acabó admitiendo el delito.

Un juicio impresionante

Tras ello, Castellano fue llevado ante el juez de Instrucción número 2, el Señor Molina, quien tomó declaración. «El juicio fue impresionante. El cadáver de Beltrán apareció en Biarritz, y allí la policía comenzó con la investigación. Para poder identificar el cuerpo fue mi abuela quien acudió allí y confirmó que aquella era Elisa», asegura el autor.

En este aspecto, Susperregi afirma que «el marido, en cambio, negó los hechos asegurando que él no tenía nada que ver. Sin embargo, en un careo con una de las hermanas de Elisa, el marido reconoce que ha sido él. Algo en lo que retrocederá en el juicio a petición de su abogado, quien optó por cambiar la versión. A pesar de ello, en el pleito salió culpable y fue condenado a 30 años».

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